Puesto que todo súbdito del Imperio, sea o no ciudadano (en sentido romano), tendrá que cargar con Trump durante un cuatrienio, puesto que su primer año puede ser terrible, rompiendo equilibrios asentados y abriendo nuevos frentes de batalla, y puesto que la lluvia ácida de esos experimentos peligrosos llegará también aquí, a la puerta misma de nuestra casa, será mejor hacer de la necesidad virtud y ver las ventajas del cataclismo, que son la disolución de los viejos hielos (incluidos los de los casquetes polares, por efecto del cambio climático inexistente), la aparición de otros, el movimiento de todas las fichas de sus casillas, y, en fin, la novedad en si, aunque se trate de una novedad reaccionaria y muy revieja. Para el que sea ya bastante añoso, y esté cansado de la repetitividad incansable de las cosas, las malas nuevas por venir pueden ser hasta un aliciente. ¡Feliz 2017!