García Pitarch tenía divididos a sus amigos en los últimos días en dos: los que le aconsejaban marcharse del Valencia CF bajo la fórmula tan valenciana de «enviar-ho tot a fer la ma»; y quienes le pedían, por reponsabilidad, aguantar al menos a completar los fichajes avanzados en el mercado de invierno antes de largarse.

Tenían razón los dos grupos. Había motivos para tomar las dos vías y Suso, finalmente, ha decidido abandonar ahora, cuando nadie lo esperaba, angustiado por la reacción contra él de Mestalla el pasado martes ante el Celta en la Copa y, sobre todo, tras sufrir una vez más la frustración de una propiedad siempre lenta y contradictoria a la hora de cerrar los fichajes. Layhoon se puso de perfil mientras Suso aseguraba tener cerrado a Zaza y trataba de sellar a Evra y a Maksimovic. En realidad, Suso debió haber dimitido en verano, el mismo día en que se enteró por las noticias de la venta de Alcácer al Barcelona. O unas semanas después de saber, también por los periodistas, del traspaso de André Gomes al Barcelona.

Su idea de club, con las contrataciones de Diawara, Kostic, Albiol y Zaza, había sido dinamitada. Sus fichajes fueron todos de futbolistas complementarios, ninguno esencial en la construcción de una plantilla sólida, consciente de que las decisiones importantes en el terreno deportivo, todas, las tomaba el dueño.

«Se necesitan tres años para regenerar la plantilla», dijo en una entrevista el 17 de enero de 2016 un ilusionadísimo García Pitarch, que confiaba en edificar los pilares del vestuario alrededor de Alcácer, André Gomes, Gayà y Cancelo. Un año después, ya se ha visto dónde está esa estructura: traspasados Alcácer y André, con Cancelo en la rampa de lanzamiento, solo queda un desquiciado Gayà en el banquillo. 12 meses después, el Valencia ha hecho todo lo posible por autodestruirse y Suso, valencianista hasta los huesos, no ha sabido escapar a este proceso.

Vibré por última vez en Mestalla al final de la campaña 2013-14, cuando Pizzi desató a los chavales (Bernat y Alcácer) para jugar las inolvidables eliminatorias de la Liga Europa ante el Basilea y el Sevilla. En poco tiempo tras sustituir a Djukic, Pizzi había devuelto el orgullo a la grada. Por eso, su caprichosa destitución por parte de Lim, sin la oposición frontal de Salvo ni de Rufete, causó tanto daño en la médula del club.

La meritocracia pasó a un segundo plano. Lo deportivo dejó de ser prioritario. Las decisiones posteriores de contratar a Nuno, los fichajes de Abdennour, Aderlán Santos, Enzo Pérez, Rodrigo y Santi Mina, la llegada de Gary Neville€ y las ventas de Alcácer, Gomes y Mustafi, además de colocar a José Ramón Alesanco en la dirección de la escuela, han erosionado día a día a la sociedad y proceden de la misma fuente. El director deportivo es Peter Lim.