Ante cualquier acontecimiento de la vida cotidiana todos reaccionamos con tristeza o alegría. Hasta aquí es todo normal. Ahora bien, cuando la tristeza es profunda y desproporcionada a la situación vivida, o la alegría no está motivada, se habla de depresión o manía, respectivamente, y pasa a ser considerada una enfermedad, por cierto, muy frecuente en la actualidad. Y más en las mujeres, en donde se puede manifestar en cualquier momento de la vida, pero con mayor facilidad en la adolescencia y el climaterio. También después del parto. Y es que el miedo y la angustia que algunas mujeres presentan durante el parto suelen desaparecer cuando tienen a su hijo por primera vez entre sus brazos. Cuando una madre es capaz de consolar el llanto de su bebé con sólo mecerlo y susurrarle palabras de amor, todos los pesares anteriores comienzan a cruzar el umbral del olvido. Pero, en ocasiones, el parto tiene consecuencias negativas para esa madre, que sin dejar de sentirse a gusto con su pequeño ve modificado el estado de ánimo y entra en un periodo depresivo. Aproximadamente, un 70% de las parturientas muestra crisis de llanto, tristeza y agotamiento durante los primeros días del puerperio. Y aunque se desconoce la causa de esta inestabilidad emocional, se cree, como más probable, que la preocupación acerca del futuro del bebé, el cambio con la llegada de este nuevo miembro a la familia y el factor económico y laboral sean las que originan la aparición de este cuadro depresivo. Indudablemente, las mujeres resueltas y poco asustadizas ante las nuevas situaciones van a contar con muchos puntos a su favor a la hora de combatirla, pero las que son frágiles psíquicamente suelen ser más susceptibles. Y en estos casos es donde ellos pueden apaciguar sus ánimos. Si la mujer se siente bien acompañada, porque, además, el papá colabora en el cuidado del bebé, si la comunicación entre ambos es buena, si, en definitiva, existe una sólida comprensión familiar, el estado depresivo suele corregirse al cabo de pocos días. Pero si la situación persiste, lo más correcto es solicitar la ayuda de un especialista, porque cuanto más precoz sea la terapia, más favorable será el pronóstico y su posterior evolución. Debemos tener muy presente que no se trata de una situación alarmante, pero es preferible iniciar una ayuda precoz que dejar paso a complicaciones que pueden conducir a una depresión profunda.