Justo ahora que es cuando menos cocinamos es cuando más nos gusta ver cómo cocinan los grandes chefs y aficionados en la tele. Es curioso, vivimos en una época de contradicciones, millones de móviles, teléfonos y dispositivo de comunicación y parece que nos comunicamos peor.

Mayor número de fuentes de información y tratados sobre transparencia y parece que cada vez nos enteramos de menos cuestiones y todo es más confuso.

Tenemos mejores condiciones para habitar el planeta y hay más refugiados y gente con necesidad de encontrar un país, una ciudad y un hogar.

Contradicciones que crecen.

Cuanto más sabemos más tenemos pendiente de conocer. Cuanto más accesible el conocimiento menos sabemos con profundidad de las cosas. Saber y conocer con atención es cada vez más difícil.

Málaga cada vez tiene más museos y no significa que tengamos más cultura.

Esta corriente, esta forma de comportamiento es fruto de una posmodernidad que mantiene el foco en el instante y no en lo esencial.

Es el mismo síntoma que nos hace valorar más una cadena de tiendas de electrodomésticos de última moda que al médico que le salva la vida a un niño.

Es el mismo desajuste del foco que desautoriza a los maestros cada vez que un niño no hace lo correcto.

Esa era la crisis de la que hablábamos hace unos años, la crisis de valores, la que era peor que la crisis económica y de la que estábamos seguros que nos daría un toque de atención para los próximos años.

No volveremos a tropezar de nuevo con la misma piedra, decían.