Como Pablo es un bolivariano, Podemos y el PP celebrarán su congreso el mismo fin de semana de febrero. Pero la situación es diferente. Mientras Podemos vive una lucha pasional entre hermanos: pablistas, errejonistas y anticapitalistas, en el PP reina la paz, al menos aparente. El dominio ideológico de Rajoy es total.

Si, tras visitar a Merkel, Rajoy dijera que se había hecho democristiano (como Landelino Lavilla), en el congreso veríamos cantidad de carteles del Papa Francisco (pese a que Wojtyla y Ratzinger caían mejor). Sólo Esperanza se acordaría del liberalismo y Aznar callaría porque está en Colombey ("le village" al que se retiró el general De Gaulle entre 1946 y 1958, cuando le volvieron a llamar).

En el PP no va a pasar gran cosa. Va a ser una misa mayor en la que los congresistas tendrán presente que el PSOE -que navega bien entre los pactos con el Gobierno y el entierro de las leyes del PP- tiene una tensa lucha de liderazgos y mucha desconfianza interna (por ser suaves). Y que Podemos está demostrando que hasta el momento sólo ha servido para que Pedro Sánchez no le robe la Moncloa a Mariano (Rubalcaba dixit).

Lo interesante será ver cómo se mueven las aspirantes. La más guerrera -gusta a la clase media joven de Madrid- es Cristina Cifuentes pero debe vigilar. Le pueden pitar fuera de juego. La vicepresidenta Soraya va de primera de clase y de imprescindible. Pero le ha tocado la asignatura catalana que ya no entiende ni Miquel Roca. Si no la soluciona sin sangre, malo. Y si la resuelve pactando€ peor. Que no le pase lo de a Gallardón con su ley del aborto. Queda Dolores de Cospedal, más elegante todavía desde que es ministra de Defensa. Pero dicen que Defensa es la trampa sorayista. ¿Se puede mandar sobre el Ejército y ser secretaria general del partido, el azote de cualquier enemigo interior del momento, se llame Pablo Iglesias, Susana Díaz o Albert Rivera? ¿Se pueden delegar las frases más sonoras en "un propio"?

Pero Cospedal ha toreado -no bien, que era imposible- pero toreado el "caso Bárcenas" y ha mostrado reflejos en el caso Yak-42. Ha convencido a Rajoy de que sólo se podía hacer lo que Rajoy sabía pero no podía ordenar: despedir a Trillo agradeciéndole, eso sí, los servicios prestados.

Pero el PP no es feminista. Ahí está Alberto Núñez Feijóo. Sabe que ahora lo suyo es Galicia, cuna de líderes, y que le toca observar cómo las tres chicas se eliminan la una a la otra. Él debe demostrar contención y al final la niña de Rajoy puede ser€ el discreto e inteligente (pero no sabiondo) Núñez Feijóo. Pero dicen que teme lo del príncipe Carlos de Inglaterra. Tantos años y quizás cuando herede esté en edad de jubilación. El domingo Mariano le hizo ver a Paco Marhuenda en "La Razón" que Merkel iba a por las cuartas. Y que todo el mundo lo encuentra natural.