Diré nombres de la actualidad en esta página. Pero también el nombre de quien no construye diré, no sólo el de quien destruye lo que toca a su paso. Y el de quien va sólo a lo suyo perjudicando a los demás, el de quien abusa crecido en el desprecio que siente por sus abusados y por quienes no pueden o quieren abusar como él; el nombre del monstruo que le dice a los padres de su mujer que la «protege» mientras la maltrata, el de alguna mujer que denuncia por despecho a quien no la maltrató, el del padre o la madre que desacredita a la madre o al padre ante la mirada necesitada de ambos de su niño, el nombre de quienes no educan a sus hijos, el de Trump y el de quienes hicieron posible que hoy sea tan poderoso (y no me refiero sólo a sus votantes); el nombre de quien me sirva el pan quemado con aceite de las mañanas diré.

Anaconda y bomberos

Y el nombre de Javier Bardem, porque ayer se estrenaba, también en los cines de Málaga, Diré tu nombre, y envidio que en la película el actor español protagonice una historia de amor con la australiana Charlize Theron, una de las actrices más bellas de la Tierra. ¡Incluso la besa! Un auténtico incendio en la pantalla. Y la palabra incendio me recuerda y me hace decir también el nombre de los bomberos que el jueves procesionaban al hombro por las calles malagueñas una gigantesca manguera, como si fuera una vieja anaconda muerta cazada en el patio de una de esas casas que parecen abandonadas. Hay un incendio laboral que denuncia obsolescencia programada en su equipamiento y que los bomberos intentan apagar pidiendo el cese del actual responsable del cuerpo en la capital. Había tanta presencia de la Policía Nacional en la peculiar concentración que daba la impresión de que los bomberos iban a prender fuego, como aquellos bomberos de la película de Truffaut sobre la distopía novelada de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, por cuyas mangueras salía gasolina que iba quemando libros a su paso y arrasando alguno de los edificios que los escondían.

Infinita Limasa

También diré el nombre de Limasa, la empresa pública y no pública de limpieza de la capital malagueña que jamás ha dejado, ni en su capítulo 1 ni en su versión 2, de estar en la picota ante un ciudadano que paga sus interminables impuestos y sólo quiere ver limpia su ciudad. Pero el nombre diré igualmente del ciudadano que no cierra la bolsa de la basura, el de quien no la arroja dentro del contenedor, el de quien no usa las papeleras, el de quien no recicla y luego raja, señala y critica a Limasa. La posible municipalización de la Empresa Malagueña de Limpieza S. A. para traer la paz laboral, mejorar un servicio manifiestamente mejorable y alejar la amenaza permanente de huelga de limpieza en momentos en los que la ciudad se juega el doble o nada ante el turismo, ha dado uno de esos momentos políticos inhabituales en los que invertir el orden de los factores sí puede alterar el producto. Durante parte del pleno de esta semana, el alcalde De la Torre, que ahora se inclina por la municipalización, tuvo a los suyos enfrente y a sus adversarios al lado.

La era Trumpxit

Para quienes defienden privatizar la gestión de servicios públicos, la municipalización de Limasa sólo supondrá mayores costes a la ciudad y no resolverá los problemas. Para quienes no, la limpieza debió seguir siendo siempre un servicio público municipal porque tras las privatizaciones sólo hay tratos de favor a empresas que luego echan una mano al partido y a quien las favoreció. Pero todas estas discusiones se han vuelto transversales. Antes una cosa era de derechas y otra de izquierdas, pero las gestiones mixtas de servicios diversos, incluso de hospitales, florecieron en ambos lados de una baraja que se ha ido llenando de figuras y de palos que se mueven más arriba y abajo o fuera del tapete que en las clásicas posiciones de izquierda y derecha. Posiciones superadas por la endemoniada realidad de la era Trumpxit, la mezcla entre ese multimillonario de la clase obrera que preside el país más poderoso del mundo y el inesperado Brexit que ahora defiende con aire thatcheriano Theresa May (con el aplauso de su presunto adversario Nigel Farage y de su vecina Marine Le Pen).

Llueven kilowatios

Oí a Rajoy el jueves, y no como el que oye llover en la Costa del Sol, hablar de inmigración frente a la criminalización que de ella hace Trump en sus temibles discursos de voz sincopada, y el presidente español casi me pareció de izquierdas. Aunque ha dado más juego mediático que dijera que hay que esperar a que llueva para que baje el vergonzante precio de la luz (cuya cuantificación no hay quien entienda del todo, pese a la división de los tres conceptos que se facturan y sus interminables subdivisiones), lo primero me parece mucho más interesante€ Porque hoy es Sábado.