En Fuenllana (Ciudad Real) el alcalde aconseja a sus vecinos en Facebook «tener la escopeta cargada» para evitar robos, después de que los ladrones hicieran su trabajo en el Ayuntamiento y en la casa parroquial, y explica que «estamos en nuestro derecho de defendernos». Es la expresión verbal de la teoría de los vasos comunicantes, si baja la presencia del Estado pues sube la popular; vamos, aquello de Bacon acerca de que la naturaleza le tiene miedo al vacío. Por eso, ahora que Antonio Herrera deja con todo el dolor de su corazón la secretaría provincial de Comisiones Obreras pues Fernando Muñoz y Alfonso Galisteo pugnan por sucederle en Muelle Heredia en marzo y al calor del congreso. ¡Ay, congresos! Ocho de cada diez compromisarios del PP son cargos públicos. Tanto verde, tanto verde, y los conejos muertos de hambre, decía un amigo. Pero lo que más gracia me hace es que Rajoy dice que ve a Moreno en San Telmo, debe ser vidente, médium, vaya usted a saber. La verdad es que Mariano, sin moverse, ha sobrevivido a todas las tormentas, como un buen marinero en Finisterre. En cambio, lo de Carmena€, una sentencia anula la comisión de investigación sobre Gallardón y Botella, y van€ Así todo.

Mucho más sensato es lo que hace Finkielkraut, ese gran pensador francés, que en su último libro, Lo único exacto, confiesa que primero se ha reconciliado con la democracia -porque creía en la lucha de clases- y después con la nación, a la que ve tan amenazada, como aquí, un poner. Después, hay algunos pasajes de la historia española más reciente que convendría aclarar. Por eso, una novela de investigación resucita el nombre de Nayaf (Irak), localidad en la que tuvo lugar la batalla -4 de abril de 2004- más importante en la que ha participado el ejército español en los últimos cincuenta años. Un grupo de milicianos del ejército de al-Mahdi atacó la base española Al Andalus. Aunque caminen por el valle de la muerte, es el título de Álvaro Colomer. Combatieron mercenarios de Blackwater, estadounidenses y salvadoreños, pero nuestras reglas de enfrentamientos nos impidieron muchas cosas. Siempre sujetándonos, no se vaya a decir que estamos en guerra. ¿Nos acusarán nuestros hijos mañana de no haber defendido Cataluña?, porque ésa es la cuestión. Mi amigo y yo coincidimos: cuando una puerta no está forzada, no significa que el intruso conociera la casa sino que le abrieron y entró, y eso es lo que pasa aquí, les han abierto la puerta.

Uno piensa en estas cosas desde su retiro en Moka viendo cómo las palomas entran en el local y se llevan un trocito de pasta que una señora dejó caer mientras leía Una casa en Bleturge, de Isabel Bono, interesante drama familiar con el que acaba de conquistar el Premio Café Gijón. ¡Ay, Isabel! Otro libro estimulante es el de Miguel Ruiz y Daniel Pastor, Objetivo: la luna. Tomado de Tintín, una invitación a convertirnos en dueños de nuestro futuro, en protagonistas de nuestra propia vida, tan secuestrada por tantos.

También es un misterio Francisco Peinado, que ataca de nuevo en la galería JM con la inauguración de Acción nuclear. ¿Se puede vivir de una galería en Málaga?, ¿Javier Marín cómo lo hace?, tengo que ir a preguntárselo a sus posesiones de Duquesa de Parcent, tiene mérito. Como Alfredo Viñas, que tuvo la galería de su nombre cerca de Benedito, o Isabel Hurley. No estamos peor que Sevilla -Sorolla, Haurie, Rafael Ortiz€-. La verdad es que la ciudad crece para adentro en lo cultural y pronto va a contar con una importante colección privada de piezas arqueológicas, el Complejo Jerusalén, de Vicente Jiménez Ifergán. Estas son las personas que necesitamos, las que dan a la comunidad. Después llegan otras y se lo llevan, ahora se llama corrupción, en otro tiempo fue mangancia. Tengo que hablarlo con Miguel Guijarro, economista, recién incorporado a una tertulia radiofónica allá en el Palacio de Ferias, donde me cruzo a Yolanda de Aguilar. La verdad es que los incentivos culturales que tiene Málaga son muchos y la cultura y el ocio mueven cada vez más personas, lo que no quiere decir que seamos más cultos, es una paradoja, más interconectados sí, pero también más solos, por eso salimos tanto a la calle. Escribía Juan Eugenio Hartzenbusch:

Hoja en que estampo mi nombre;

tú me sobrevivirás.

¿Qué vale, ¡ay!, el ser del hombre

cuando un papel dura más?

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