Estará muy bien que los gobernantes europeos celebren los 60 años del Tratado de Roma reafirmándose en los valores de la Unión y pregonando su peso en el marco global. Pero la cumbre romana del 25 de marzo no será infomal, como la reciente de La Valetta, sino decisoria y solemnemente declarativa. Por tanto, no podrá obviar el problema migratorio ni el de los refugiados, hasta ahora retenidos en los guetos que ´subvencionan´ los paises comunitarios en la frontera sur del continente y en el norte de Africa. Las famosas cuotas de recepciòn no han sido cumplidas por ninguno, a excepción de Alemania, cuyo gobierno sufre por ello un desgaste azuzado por la creciente xenofobia ultra.

Es muy grave la polìtica USA de cierre, confinada entre la apertura humanitaria de Canadá y la cada día más tensa relación con Mexico, cuyo presidente ha cancelado su viaje a Washington. Parece seguro que todo el subcontinente comparta la postura de Peña Nieto. Casi dos millones de británicos se manifiestan contra la visita de Trump a Londres, mientras avanza el Brexit con otro cierre de fronteras. Al primer ministro de Australia le cuelga Trump el teléfono precisamente cuando hablan de inmigración y refugiados. Irán lanza un misil nuclear de pruebas como posible respuesta a su inclusión entre los paises con veto de entrada en EE.UU. La Casa Blanca anula el español entre los idiomas que difunden sus mensajes on line, un gesto de clara hostilidad contra los muchos millones de hispanoablantes que viven en el imperio. Y esta barbarie no ha hecho más que empezar... Entre los valores específicos de la Unión Europea, la solidaridad es tan protagonista como la libertad y la paz. El humanismo inclusivo no es aceptado por todos los miembros cuando se trata de inmigración o acogida, y los que lo proclaman no cumplen las decisiones comunes. Sobra decir que Europa no podria, aunque quisiera, abrirse sin restricciones a todas las oleadas de personas humanas que huyen de la miseria y de la guerra. Pero en la proporción que corresponda está obligada a cumplir, no solo por responsabilidad sino también como ejemplo de ética y política democráticas que dimensione ante el mundo la condenable negatividad de otros. Sesenta años de unión poco significan si no dan estos frutos.