La mejor manera de ganar una guerra es que dos de tus enemigos no sepan que tú eres el enemigo, y se enfrenten entre sí. Me encantaría decir, como un erudito columnista, que la frase es de Walter Tzrieswki o de Sun Tzu al que todo el mundo ha leído. Pero no, no es de ningún autor. Se me acaba de ocurrir porque es lo que uno ve cuando aparecen conflictos que afectan a las personas. En Andalucía tenemos al sector de la educación y de la sanidad en rebeldía porque decisiones políticas están afectando a las personas. Personas que con su simple sentido común no entienden decisiones que se escudan en motivos que se hacen complejos para no afrontarlos con valentía.

Ahora hay de nuevo sobre la mesa un conflicto con los colegios concertados y desde distintos frentes se va a intentar tergiversar el problema. Hay quienes intentarán que la pública y la concertada se peleen entre sí, otros lo harán desde una perspectiva de colegios católicos y colegios laicos, otros lo harán echando cuentas de qué tipo de enseñanza sale más o menos cara al gobierno, e incluso alguna batalla se planteará en lo buenos o malos que son los profesores de uno u otro centro, tirando de ranking y demás.

La cuestión principal es lo que nos merecemos como ciudadanos, y sobre todo lo que se merecen los niños como ciudadanos. Los usuarios de la educación, los clientes,son los niños, ni siquiera los padres. Sólo pensando en qué es lo mejor para los niños, que son el futuro de cada pueblo, se pueden tomar las decisiones correctas.

Como decía Harry Crokwall, esta vez sí es una cita cierta, «La educación es la base sobre la que construir el futuro de una ciudad». Cualquier otra perspectiva del conflicto que no quiera velar por el bien de los alumnos, y de las posibilidades de su excelencia académica es sembrar el desconcierto.