I.: Yo te quiero a ti más que a nadie, nunca he querido a otro, y seguirás reinando en mi corazón, eso que te quede muy claro.
P.: Ya, pero pretendes decirme a todas horas lo que hay que hacer, organizar mi vida, y así no hay relación posible.
I.: Debes entender que los tiempos han cambiado, si quieres que sigamos juntos no vale que seas amo y señor, ¿no has oído hablar de paridad?
P.: Sabes que siempre te he escuchado, te he hecho caso en muchas cosas y has podido decir lo que querías cuando te ha parecido.
I.: Tengo la sensación de que eso era antes, algo ha cambiado, hay gente a tu alrededor que te sopla al oído cosas, gente que a mí no me quiere, y tratan de distanciarnos.
P.: Tú no hagas caso de lo que diga la gente, la gente siempre habla.
I.: Ya en fin, esto es un diálogo de sordos, lo nuestro se ha acabado; adiós, Pablo.
P.: Adiós, Iñigo, pero, recuerda, un día volverás a mí.