Tras el intenso ciclo electoral y los problemas asociados a la hipótesis de la máquina de guerra electoral, el proceso de Vistalegre II se presentaba como una ocasión idónea para abrir una discusión, abierta y participativa, que nos permitiese fortalecer y democratizar la organización y diseñar la hoja de ruta para fortalecernos como principal alternativa al Partido Popular. Sin embargo, lo que debería ser un sano ejercicio democrático, se ha visto eclipsado por una encrudecida disputa de poder que no está respondiendo a las expectativas de los miles de activistas e inscritos de Podemos ni a las necesidades y anhelos de cambio de las millones de personas que confían en nosotros como fuerza de cambio.

¿Por qué se ha producido esto? Entre los diferentes motivos consideramos que hay dos principales. En primer lugar, el modelo organizativo heredado del primer Vistalegre produjo un excesivo centralismo y concentración de poder en muy pocas manos, frenando el potente proceso de desborde y participación popular que, con los círculos como protagonistas, había hecho de Podemos una marea de cambio que parecía imparable. En segundo lugar y relacionado con lo anterior, se extendió un relato que presentaba a Podemos como un experimento creado por Pablo, Iñigo y un puñado de amigos de la Complutense que, ignorando la centralidad de las bases y el protagonismo ciudadano, alentó derivas narcisistas y personalistas como a las que tristemente estamos asistiendo.

Quienes escribimos este artículo formamos parte de una candidatura al Consejo Ciudadano Estatal, Podemos en Movimiento, formada y respaldada por compañeros y compañeras de sobrada valía (Teresa Rodríguez, Miguel Urbán, Beatriz Gimeno, José María González "Kichi",...) junto con decenas de activistas, cargos públicos y profesionales de distintos sectores. Esta candidatura ha preferido evitar caer en descalificaciones y sortear el choque de trenes para poner por delante las propuestas y los debates, procurando como dijo Teresa Rodríguez. "que se acabe el espectáculo y empiece la política". Hemos preferido centrarnos en el Podemos que queremos.

Queremos un Podemos que se configure como un partido-movimiento, democrático y descentralizado para permitir una mayor participación activa y protagonismo de los círculos, activistas e inscritos en la toma de decisiones y en la vida diaria de la organización. Podemos no puede ser un partido más y para ello tenemos que evitar procesos de burocratización y hacer que nuestro partido incorpore, sin perder eficacia, el dinamismo y la plasticidad de las mareas, los movimientos y los potentes espacios de empoderamiento que emergieron al calor del 15M. La principal fuerza de Podemos no reside en el virtuosísimo y la audacia de sus líderes sino en la capacidad de desborde para movilizar y acercar a la política a una amplia mayoría social.

Queremos un Podemos que esté en las instituciones, en la movilización y en el territorio. El debate entre movilización e institución es falso, y la historia nos demuestra que son ámbitos que se complementan mutuamente, muestra de ello es la reciente victoria conseguida por la Marea Blanca en Granada. Comprobamos una y otra vez como buenas iniciativas institucionales se quedan en los cajones o no se aplican por falta de voluntad política. Claro que tenemos que demostrar que podemos gobernar mejor y trabajar con rigor en ayuntamientos y parlamentos, pero a su vez tenemos que promover y acompañar la movilización social. Necesitamos una marea que empuje el cambio desde abajo e impida que caigamos en las inercias burocráticas y conservadoras propias de las instituciones públicas.

Pero a estos dos ámbitos (calle e institución) hay que agregarle un tercero, el territorio. Podemos debe estar presente en los pueblos y barrios de nuestro país, ayudando a vertebrar comunidades y redes de solidaridad tras décadas de hegemonía neoliberal donde ha primado el individualismo, la precarización y el sálvese quien pueda. El cambio que queremos necesita una sociedad activa, solidaria y en movimiento, y para ello Podemos tiene que echar raíces y contar con una clara y potente implantación territorial, donde los círculos sean un actor clave para construir organización y empoderamiento junto a nuestros vecinos y vecinas. Tenemos que estar presentes en los lugares donde transcurre la vida de la gente (barrios, lugares de estudio y de trabajo, iniciativas culturales, ampas, etc.).

Para construir una nueva mayoría política no bastará con usos virtuosos del discurso o buenos gestores, necesitamos conocer y estar ligados al territorio, creando redes de complicidad y de prácticas que permitan imaginar, aquí y ahora, una sociedad mejor. Queremos un Podemos que se parezca a la gente humilde y trabajadora de nuestro país, que promueva una ética política sostenida en el hacer y en la sencillez popular, donde a "los y las de Podemos" se nos conozca por nuestras prácticas y nuestra presencia cotidiana ayudando a los y las de abajo para organizarse y defender sus derechos.

Queremos un Podemos rebelde, que debilite a los poderosos y empodere a los débiles. Que defienda un programa que contenga medidas claras que alteren de forma sustancial la desigualdad estructural de nuestro país, tales como la gestión pública de los sectores estratégicos, la renta básica, una profunda reforma fiscal y una apuesta firme por la defensa y extensión de los servicios públicos. No se trata de ser un pepito grillo o conformarnos con gritar consignas, ni tampoco desdibujar nuestro programa guiados por estudios demoscópicos, asimilándonos con ello a partidos que hoy se encuentran a la deriva. Se trata de plantar cara a los abusos de las élites mediante propuestas factibles que mejoren la vida de la gente, poniendo las políticas públicas al servicio de todos y todas, pero principalmente de aquellos que más lo necesitan.

Más allá de los errores cometidos y de las ganas de los poderosos de vernos caer, Podemos sigue siendo a día de hoy una potente herramienta de cambio y la principal alternativa a la restauración oligárquica encabezada por el PP y sus socios. Además de los 5 millones de votos y los datos de las encuestas, seguimos percibiendo día a día los apoyos y la complicidad de la gente corriente que, pese a sus dificultades, nos dedica una sonrisa y nos dice "Dejaos de tonterías y trabajad unidos por el cambio". A la opinión de los y las de abajo conviene escucharla, por lo que, pase lo que pase en Vistalegre, seguiremos construyendo juntas un país mejor.

*Nico Sguiglia es sociólogo, responsable del Área de Organización de Podemos Málaga y candidato al CCE por Podemos en Movimiento. Graci López es profesora, Secretaria General de Podemos Torremolinos y candidata al CCE por Podemos en Movimiento.