Vaya semana hemos tenido en la piel de toro! Como diría aquel: «No os puedo dejar solos». Y llevaba razón. Parece que en cuanto el destino nos da más de lo que merecemos, perdemos los papeles.

Si habéis curioseado esta semana las crónicas de sucesos de éste y del resto de periódicos de la piel de toro os habréis enterado de que a nuestros vecinos les hace falta un poco más de sentido del humor. En cuanto no les salen las cuentas, ¡zasca!... un español menos. ¡¡Señor, Señor!! Estamos perdiendo nuestra habitual paciencia.

En estos momentos recuerdo a mi cuñada Puri que, cuando algo no le sale perfecto, murmura: «¡Señor, Señor, con lo que yo he sido!», y lleva razón.

Con los años perdemos facultades, pero, en lugar de entristecernos, debemos dar gracias al Universo por lo apañadas que fuimos hace más de cincuenta años y seguimos dando la lata a todo el que se cruza ante nosotros. ¿Quién sería capaz de quitarnos ese mérito? Nadie que pretendiera seguir vivo. Las de nuestra generación tenemos caritas de buenas y hechos de brujas pirujas.

Acabo de empezar mi novela definitiva. Espero verla editada. Se lo prometí a mis profesores de Sidi Ifni durante una cena de hermandad de antiguos habitantes de aquel precioso territorio. Cuando la finalice, se lo comunicaré a los lectores más fieles que he tenido nunca.

Aunque la edad es una pega para hacer tareas delicadas, me he hecho mayor rodeada de centenarios. Cuando era pequeña mi madre me decía: Los años dan sabiduría. Llevaba razón.