El arte fotográfico de Chema Madoz descansa en gran medida en la creación de paradojas: al hacer jugar a las cosas roles absurdos, o forzar raras relaciones entre ellas, las despega de su propio significado y hace tambalearse la realidad. Ese desmontaje irónico de lo real nos conmueve. Pero la colección exhibida por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson en el Centro Cultural Conde Duque, de Madrid, se encuadra en un motivo («Asturias»), que invita, en un plano aún más cómplice, a evocar bajo otro sentido esa realidad desmontada por la paradoja. Es una exposición brillante, exquisita en todo, iluminada por la luz exacta, ni un vatio de sobra, con las palabras justas, ni una de más. Si elijo, entre todas, la foto del viejo árbol que en una hendidura deja ver sus tripas, los mecanismos de un antiguo reloj, es porque podría marcar el tempo del visitante, que haría mal en apresurarse.