No estaba muy previsto, pero finalmente Susana Díaz subió a la tribuna para la foto oficial de la cumbre hispano-francesa. El otro día en Málaga.

Estaban Hollande, Rajoy, los ministros, el alcalde De la Torre y otros. Alguien le hizo un gesto. Y Hollande le indicó que se pusiera a su lado. La miró con ademán cómplice (lo mismo no sabía ni quien era) y en esa mirada, en ese gesto de cortesía, en esa aquiescencia de Susana está condensada una vida política. Una aspiración. Una ambición. Un reafirmarse. Quién sabe si ahí, cielo gris encima, moqueta bajo los pies, junto a un presidente de Gobierno y un presidente de República, Díaz terminó de convencerse de que ese/esos son sus sitios. Ese y no un batallar cansino (pensará) con Moreno Bonilla o Teresa Rodríguez, la segunda y tercera persona que más la sacan de quicio. La primera es Sánchez. Los partidarios de Sánchez en la provincia de Málaga, por cierto, han organizado para mañana jueves un acto en La Cochera Cabaret a la tarde, con la presencia de Zaida Cantera. Será un buen momento para medir las fuerzas del sanchismo en la zona, que el otro día llenó el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Vamos a lo que vamos: Díaz de tú a tú con Rajoy. Fotaza en cumbre internacional. Una consagración. Consagracioncita tal vez. Un hito más, otro peldañito. Un amigo más entre la élite, Hollande, al que sin embargo, la próxima vez que vea igual es para invitarlo a un fino en Doñana o a unas gambas en Huelva o a boquerones en Málaga, dado que el francés se larga, no opta a la reelección. Se retira. O quién sabe si va a hacer un Sarkozy, es decir, un irse para luego, dentro de unos años, intentar volver.

Las presidenciales francesas se celebran en abril, que ya sabemos por los versos de T. S. Eliot que es el mes más cruel. «Abril es el mes más cruel, porque engendra lilas de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con lluvias primaverales». Vamos, que después del invierno te entran unas ganas de vida y alborozo corporal difícilmente irresistibles. Como irresistible es ya la llamada que debe sentir Susana Díaz para hacer público lo suyo, que es un secreto a voces después de ser un secreto a veces. Tal vez esté ahora mirando y remirando la foto. Con un jefe de Estado. Nada menos. De gesto algo esaborío sí, como con cara de palo. Pero ahí está el tío.