Quisiera dedicar con todo mi mas profundo respeto mi artículo de este sábado a dos personas excepcionales, admirables en todos los sentidos, que ennoblecen con su presencia esta tierra en la que vivimos: Sus Altezas Reales los príncipes Bagrat y Françoise de Bagration, de Baviera y de Borbón.

En uno de los lugares más bellos de Marbella se encuentra la casa de Sus Altezas Reales los príncipes de Bagration. Ambos hacían del arte de la hospitalidad un prodigio que tenía poco que envidiar por su perfección al paisaje espléndido que rodeaba el lugar. El 20 de marzo pasado, el día en el que empezaba la primavera, paseaban los príncipes por su jardín. Fue la última visita del príncipe Bagrat de Bagration, Grande de España, a aquel pequeño paraíso. Su muerte fue rápida y por lo tanto, dulce. Al lado de su esposa siempre amada, la princesa Françoise.

Había nacido aquel príncipe real en Madrid el 12 de enero de 1949. Era primo segundo de nuestro Rey Emérito Don Juan Carlos I. Fue consagrado a la Virgen de Atocha por sus padres, el príncipe georgiano Irakli de Bagration-Mukhransky y la Infanta de España doña María de las Mercedes de Baviera y de Borbón. Siempre tuvo Su Alteza Real una generosa vocación de entrega y servicio a los demás y muy especialmente a las gentes y a las tierras de sus antepasados, España y Georgia.

Los que tuvimos el inmenso honor de conocerlo jamás podremos olvidar su ausencia total de vanidad, de prepotencia. Y siempre nos servirá de ejemplo su bondad generosa, su cálida personalidad, su cercanía, y por supuesto, su amor por los humildes. La princesa viuda, Su Alteza Real la princesa Françoise, luchó a su lado, con la fortaleza total que solo saben sentir y mostrar las mujeres, contra la temible enfermedad que había acosado sin piedad a su marido, en los últimos meses de su vida.

Mi amistad con la familia de la princesa Françoise, los Cazaudehore, es ya antigua. Es familia muy ilustre e importante en la historia de Francia. Poseen unos de los hoteles mas bellos de Europa. La Forestière, cerca de Versalles. Por todo ello, cada vez que los príncipes nos honraban con su presencia en nuestra modesta casa marbellí, era un día grande.

En esta Europa portentosa, hay países que hacen a Europa grande cada día, porque ellos y sus pueblos son grandes. Como Georgia, como Francia, como la España nuestra.