En este incipiente mes de mayo, de nombre incierto -una de las conjeturas lo derivan de la diosa Maia, cuya festividad celebraban los romanos en esta mensualidad denominada Maius y que en la antigua Grecia fue el período del Targelión, en honor del hermano de Artemisa, Apolo, el dios purificador por antonomasia y tiempo del nacimiento de Platón-, sus primeras datas han conjugado el verbo encallar como eje de acciones desveladas.

La conjugación encallar durante estas recientes jornadas en Málaga, además de los asuntos socio económicos y políticos que todos tenemos en mente, los cuales nos afectan inflexiblemente, ha varado en esta plaza. De un lado, la plataforma a la deriva que el temporal de Levante arrojó a la costa de Benalmádena, entre Torrequebrada y la playa Hondo, y que en esta demarcación Sur -ente transformador de todo suceso en animación turística- ha obtenido un resultado sorprendente de revelación y público, constituyéndose en toda una peregrinación para la observación de un accidente, siendo, como dicen alguno de sus cientos de espectadores, «más fotografiada que el museo Pompidou». Por el otro, y sin dejar el espacio próximo al Centro de Arte parisino, el nuevo incidente de uno de los ´melilleros´ al atracar a puerto, embarrancado contra el muelle adosado al dique de Levante.

Dos percances en un mismo escenario, Málaga y su mar, con la presencia de un sinfín de concurrentes que asienten ante el pensamiento platónico: «El comportamiento humano deriva de tres fuentes: el deseo, la emoción y el conocimiento». Hoy, Día Mundial de la Libertad de Prensa, garantía constitucional propia de sociedades democráticas, deseo que ésta no se transforme en una cruz que aliente el abarrancamiento de nuestras voluntades. Así sea. Felices cruces.