Nabila tiene 9 años y vive en Tamtelt. Ella, como el resto de los niños y niñas de Tamtelt, no ha ido a la escuela por vivir en una zona montañosa e inaccesible y tiene que conformarse con la educación que reciben en la mezquita.

Mustafa tiene 6 años y es de Oulad Ben Bilal. Acaba de empezar primaria y aunque no lo sabe, sólo podrá realizar los 4 primeros cursos, que son los que se imparten en su aldea.

Rachid, con 10 años camina una hora y media para llegar a la escuela de Ighram. Cuando llueve no puede asistir a las clases.

Fátima, de Watachantene, tiene que abandonar el aula cuando llueve por las grandes goteras.

Éstos son sólo cuatro ejemplos de la preocupante situación de los niños y niñas con respecto a la educación en el norte de Marruecos, zona que históricamente ha sido marginada por los gobiernos marroquíes. Aunque la situación empezó a cambiar hace unos años con la dotación de unos fondos de desarrollo especiales para la zona, sigue siendo muy precaria en las zonas rurales.

Concretamente en el sector de educación, el ámbito rural sufre de una pobre oferta educativa y baja calidad de la enseñanza. A pesar de los esfuerzos que se han realizado mediante adopción de la Carta Nacional de Educación y Formación, promulgación del decenio para la Educación, puesta en marcha de la estrategia nacional de lucha contra el analfabetismo, los datos aún son preocupantes: 27,5% de analfabetismo en la población mayor de 15 años (38% entre las mujeres), diferencia de acceso a la educación entre ámbito rural y urbano, diferencias en el acceso a educación secundaria y superior entre niños y niñas, formación del profesorado, infraestructuras y equipamientos deficitarios, innovación pedagógica, etc.

Según la Unesco, Marruecos se encuentra entre los 25 países menos avanzados en materia de escolarización. Este organismo también alerta de que, de seguir así, Marruecos cumplirá el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4: Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todo, con 70 años de retraso, en lugar de en el 2030.

Ante esta situación, el Rey ha declarado la educación como la prioridad nacional y se ha planificado una estrategia recogida en el documento Visión Estratégica de la Reforma 2015-2030: por una escuela de equidad, calidad y promoción.

Este documento de referencia para la administración, recoge con acierto los principales problemas y necesidades educativas del país y marca las actuaciones que deben acometerse para la mejora de la Educación.

Sin embargo, sobre el papel, todo cabe. Por tanto, ahora más que nunca, es ineludible que el Estado dote esta reforma con los medios necesarios para impulsar un verdadero cambio y que esta oportunidad no se quede en meras buenas intenciones.