Un reciente percance en un campo de fútbol me ha confirmado la vital importancia que supone contar con equipos de asistencia sanitaria urgente en los recintos polideportivos. Como entrenador de futbol base y responsable de menores, durante la práctica deportiva he podido comprobar la seguridad que aporta la presencia de una ambulancia dotada de los medios técnicos y humanos necesarios para prestar una asistencia sanitaria urgente. Durante un partido de fútbol, celebrado en el polideportivo de San Vicente del Raspeig, entre el Jove Español y el Inmaculada CF, se produjo un preocupante incidente. Casi al finalizar el partido uno de los jugadores se sintió indispuesto. Tenía una arritmia, enfermedad de la que ya había sido diagnosticado y tratado. Esta dolencia no le impedía practicar su deporte favorito, según su cardiólogo.

Con la ayuda de un padre (médico) de un compañero abandonó el campo y fue atendido por los servicios médicos. Los técnicos sanitarios realizaron un electrocardiograma y le practicaron las pruebas necesarias para valorar su estado de salud. La rápida y competente atención sanitaria que recibió el jugador nos tranquilizó a todos, especialmente a mí como responsable del equipo. Todos sentimos la seguridad y confianza que trasmiten los profesionales sanitarios.

Soy consciente de la existencia de una legislación que regula los dispositivos sanitarios necesarios para la protección de la salud durante las actividades deportivas. Pero una cosa es la legislación y otra garantizar su cumplimiento efectivo. Supongo que son los organizadores de la actividad deportiva los responsables de garantizar la disponibilidad de los medios asistenciales urgentes.

Para los técnicos, los jugadores y las familiares es un aval de seguridad la presencia de equipos sanitarios de asistencia urgente dotados con material adecuado (oxigenoterapia, soporte vital, material de inmovilización, etc.). Su rápida intervención previene males mayores, reduce al mínimo posible secuelas y puede salvar vidas (desfibrilador externo automático, DEA). Los DEA ya están disponibles en algunos recintos públicos y privados, y deberían instalarse en todos los lugares dónde se produzca afluencia de público.

Además, hay que resaltar la importancia de la formación de todos aquellos responsables de los diferentes equipos, mediante la titulación de entrenador donde se imparte la formación necesaria para poder reaccionar de forma eficiente ante situaciones como ésta.

Tomemos como ejemplo esta experiencia. Otros polideportivos donde conviven varios equipos podrían asociarse y, de forma mancomunada, cofinanciar estos servicios de asistencia urgente. De esta forma el coste sería más asequible para todos. Merece la pena asumir este pequeño gasto que puede salvar vidas garantizando la seguridad y la protección sanitaria de todos los que disfrutamos de las actividades deportivas.

Ningún equipo está exento de necesitarlo alguna vez. Desde esta reflexión, animo a todos los coordinadores de los clubes deportivos a valorar esta iniciativa.