Las primeras referencias sobre la celebración de actos lúdicos deportivos en la Málaga de finales del siglo XIX y principios del XX, tiene en la plaza de toros como el centro neurálgico de la práctica de fútbol, encuentros gimnásticos o las pujantes carreras de velocípedos, que ya se celebraban en 1896 y que eran auspiciadas por la Sociedad de Regatas de Málaga. Como ya es sabido, el domingo 3 de abril de 1904 se jugaba, según dicen los entendidos, el primer partido de fútbol en nuestra ciudad. Posiblemente no sería el primero pero por la expectación que originó, se puede afirmar que fue el acontecimiento que marcaría los inicios del fútbol reglamentado en nuestra ciudad.

El encuentro se jugó a las cinco de la tarde en el solar existente frente al cuartel de Levante y frente al hospital Noble, explanada que serviría de prolongación del parque. El terreno de juego, «carecía en absoluto de condiciones para el juego, pero al fin y al cabo no había otro mejor». Los dos equipos que se iban a enfrentar lo conformaban miembros de la burguesía malagueña que eran los únicos que se podían permitirse el lujo de dedicar gran parte de su tiempo a la práctica del sport o ejercicios higiénicos como eran el lawn tennis, la esgrima, el tiro de pichón o las yincanas automovilísticas. El resto de malagueños consagraban su tiempo en buscar el sustento diario.

El primer equipo estaba capitaneado por D. Leonardo Campuzano y el segundo por D. Antonio López. El partido duró hora y media y fue tan disputado que tras agotar el tiempo de juego todo quedó en empate a un gol. Hubo un segundo match el domingo siguiente, 10 de abril. El equipo capitaneado por Campuzano venció por un claro dos a cero, consiguiendo las once bandas destinadas a los campeones.

Y aquí comienza la historia del primer partido internacional jugado en Málaga. Por esas fechas se encontraba en nuestro puerto el velero inglés Sabrina. Todo hace indicar que entre los asistentes al encuentro se encontraba la oficialidad de dicha embarcación. Hablamos de fútbol y de ingleses y de su barco estaba amarrado a escaso metros del lugar de juego. Esta hipótesis se válida, cuando concluido el partido, los marinos ingleses desafiaron al equipo ganador. El duelo balompédico se quedó en dilucidar el lunes 11 de abril, un día después del segundo encuentro entre malagueños. El apremio de tan pronta se vislumbra que fue debido a la pronta partida del navío. «Este match despertó mucho más entusiasmo por ser entre un equipo español y un inglés, y no obstante ser día laborable, el campo estuvo muy concurrido por distinguidos jóvenes y por numerosas distinguidas familias».

La crónica del partido resaltaba que a pesar del cansancio acumulado por el equipo local y el juego preciosita de los oficiales ingleses, el equipo malagueño consiguió una considerable ventaja al lograr tres goles consecutivos. El equipo inglés, más entero físicamente consiguió, a poco de la conclusión, dos tantos que no fueron más por falta de tiempo. El partido finalizó con un 3-2 para los malagueños que festejaron por todo lo alto su triunfo ante la escuadra inglesa.

El periodista malagueño Guillermo Rittwagen finaliza así la crónica que ha servido de guía para rescatar este acontecimiento deportivo: «Pero de todos modos el triunfo del equipo español fue tan celebrado como inesperado, pues los mismos jugadores españoles juzgaban inevitable su derrota en juego con gente que lo tienen cómo su espectáculo nacional, y que tan bien dominan».