Esta semana se ha reunido el cónclave anual del Instituto de la Empresa Familiar (IEF) que reúne a las grandes empresas españolas -sin multinacionales ni pymes-, una parte muy relevante del tejido productivo. Si los grandes empresarios respiran optimismo, las cosas de verdad van bien. Ellos no quieren ganar elecciones sino apuntalar sus empresas. Cada año realizan una encuesta entre los asistentes y la nota que han puesto a la situación económica actual ha sido un 5,88, la más alta de la historia del IEF. Además, un 75% dice que aumentarán sus inversiones en España, un 50% que incrementarán plantillas y sólo un 9% que las reducirán.

Pero esto es sólo una parte de la foto ya que también este año, y por primera vez, el IEF ha decidido suprimir la segunda parte de su encuesta, la política. La única explicación de fondo es que hayan creído que no iba a aportar nada positivo y que estén cansados del lío político.

Y tienen razón porque, pese a que el PP ha logrado medio aprobar los presupuestos (le falta aún el voto de un diputado canario), el horizonte se ha ennegrecido. Decía la semana pasada que Rajoy es un hombre de suerte. La tiene porque la economía, con la ayuda de Draghi, va bien. No es sólo el IEF, la Comisión Europea subió el jueves medio punto la previsión del PIB de España y analistas como José Luis Escrivá (Airef) creen que creceremos casi un 2% sólo en el semestre abril-setiembre. También porque la existencia de Podemos impide un gobierno alternativo y porque el PSOE -pese a que resiste en las encuestas- está en un serio "impasse" y nadie sabe cómo saldrá.

Pero Rajoy tiene el patio revuelto en el PP. Lo domina -eso sí- pero la corrupción y la forma de enfrentarse a ella son una losa. No es sólo que Rajoy tenga que declarar como testigo en el sumario de la Gürtel (un muerto en el armario que no muere), es que el latrocinio del PP regional de Madrid y del presidente de la Comunidad del 2011 al 2015, utilizando la empresa pública Canal de Isabel II para su enriquecimiento particular, es escandaloso. Compite bien con el de la familia Pujol en Cataluña. E Ignacio González era la mano derecha de Esperanza Aguirre, que tiene a su mano izquierda, Francisco Granados, en la cárcel por la Púnica desde hace dos años, después de que la policía encontrara fuertes sumas de dinero en el altillo de casa de sus suegros.

Sería un milagro gestionar bien un país tan complicado como España con una mochila de corrupción tan pesada en las espaldas.

Pero aquí no acaban las desgracias. En los últimos días las grabaciones ordenadas por el juez Velasco, antes de enviar a Ignacio González a la cárcel, han revelado detalles escabrosos. Por ejemplo, una conversación telefónica entre Eduardo Zaplana y el propio González en la que se congratulaban -antes de que se produjera- del nombramiento de Manuel Moix como jefe de la fiscalía anticorrupción. Y luego se ha sabido que Moix intentó frenar iniciativas de los dos fiscales del caso -e incluso destituirlos- y que sólo desistió cuando la junta de fiscales hizo frente común con Carlos Yáñez y Carmen García Cerdá. Y un documento de estos dos fiscales acusando veladamente al secretario de Estado de Interior, José Antonio Nieto, de haber chivado a González algo de la investigación ha generado gran conmoción. El escrito de los fiscales es vago, pero estos sostienen que era "secreto" y que fue Moix quien lo filtró para entorpecer la investigación. Pero, ¿es posible un secreto en un juzgado?

Moix ha intentado también apartar a los dos fiscales del 3% catalán, aunque ha tenido que hacer marcha atrás, al menos de momento, porque el fiscal general no le ha respaldado. Total, que tenemos a los fiscales anticorrupción en rebelión contra su nuevo jefe, al que acusan de obstaculizar su trabajo y proteger a altos cargos del PP. Es normal pues que C´s, PSOE y Podemos protesten airadamente, pidan la dimisión de Moix y, con menos énfasis, la del fiscal general, José Manuel Maza, y la del patoso ministro de Justicia, Rafael Catalá.

Y la respuesta de Rajoy, aquí no pasa nada salvo que Moix es un fiscal excelente, no es de recibo. Puede que la fiscalía anticorrupción peque de "justiciera" ya que su creador, Carlos Jiménez Villarejo, ha sido un fundador de Podemos, pero da la sensación de que el Gobierno, con los nombramientos de Maza y Moix, está intentando -con bastante desacierto- enterrar sus muchos pecados de corrupción.

La economía va, el PSOE se pelea y Podemos quiere la revolución. Como diría Trillo, ¡vaya tropa! Rajoy tiene suerte.