Cada vez que ponía el debate estaba Patxi López hablando. Lo bueno de trabajar en un periódico es que un lunes por la mañana puedes decir que vas a ver el debate y nadie te dice nada. Imagino que en una farmacia, en la oficina de una reaseguradora, en un establo o en un quirófano no puedes decir voy a ver el debate. Uno eligió este oficio del periodismo por viajar, no tener horarios rígidos y conocer gente interesante, pero al final se pasan los años y la única ventaja es que si hay un debate del que todo el mundo habla pero es en lunes puedes verlo a tus anchas. Bueno, para ser más exactos, mis anchas hubieran sido tener un café, un donut de chocolate y un puro en vez de un bloc de notas.

López es un buen ruido de fondo para una mañana de lunes. Es suave, aún teniendo picos enérgicos no muy duraderos, eso sí. Dice que no hay que enredarse en lo identitario, que eso no es cosa de socialistas. Nadie más dice eso. Susana Díaz no es clara para expresar lo que piensa, que Cataluña no es una nación. Es más rehén de la plaga nacionalista de lo que ella se piensa. Y eso que es la preferida de la derecha. Sánchez cambia de modelo cada día, creyendo que es un pantalón. Tal vez cada pernera una nación. Tal vez la cremallera un territorio autónomo, lo mismo un cupo fiscal especial para los bolsillos de atrás. No pasa nada porque piense que hay más naciones que ventanas, pero si ese es el criterio debería mantenerlo siempre.

Estos tres son lo mejor que tiene el PSOE, dicho sea esto como descripción, Dios nos libre de pasar al terreno de la descalificación fácil, estando como estamos (a la hora de perpetrar estas notas) felices por el hecho de que pese a ser lunes estemos viendo el debate y no en una tediosa reunión o cargando sacos terreros o pelando pollos o atendiendo a afectados de mordeduras de medusas. El debate estuvo entretenido, pero aún así había que hacer excursiones a las redes, por ver cómo iba el cachondeo. Susana Díaz le dijo en un momento dado a Sánchez «cariño», lo que provocó en la dirigente popular Andrea Levy un tuit filosófico existencial que decía: «Con cariño, te la endiño». Yo lo retuiteé, no está la cosa como para desaprovechar semejante proclama un lunes por la mañana. Y menos mal que yo estaba en el ajo del debate, no quiero pensar qué pensaría alguien que no supiera que eso iba por lo que iba. Y a lo que iba, que la impresión es de que anhela en los dos principales una excelsa ruindad para con el otro. Y sus amigos.