Hay un modo de seguir la actualidad política sin perder mucho tiempo, el de quedarse sólo con aquello que logra pasar los filtros de la indiferencia (o sea, los que nos protegen de lo indiferente) y le llega a uno. Siguiendo ese método, no me ha llegado una palabra de programa de los tres candidatos del PSOE. El murmullo político que emiten tiene el timbre inconfundible de la cháchara, y sólo destaca, para peor, el penoso ´no es no´ de uno de ellos. De todo el proceso de primarias el único discurso consistente ha sido el del no-candidato Javier Fernández, cuando dio el pistoletazo de salida. Quizás trató, antes de quedarse callado en su papel de árbitro, de dar el tono, marcando un nivel alto que fuera emulado por los contendientes, pero ni por esas. Es la gran paradoja de estas primarias: al único dirigente con discurso, y encima el mejor valorado por la gente, no se le puede votar.