'Pioner@s retractados', por Plácido Cabrera Ibáñez

Con alguna frecuencia, observo casos de personas que en su juventud estuvieron comprometidos en la lucha de ideales y en su madurez acaban retractándose. Uno de estos casos, ha sido la pionera del feminismo Evelyne Sullerot, acabó denunciando la maternidad subrogada y las adopciones homosexuales. Esta mujer en su juventud, en 1956 funda la asociación «Maternidad feliz», cuyos objetivos eran «la edificación de la familia feliz y armoniosa en los planos médico, psicológico y social». En la práctica se trataba, según escribe Claire Blandin en el «Dictionnaire des féministes», de «servirse de las normas de género y de la maternidad de las responsables de la asociación para promover el control de nacimientos». El invento fue exitoso y cuatro años más tarde se convirtió, esta vez sin eufemismos, en el Movimiento Francés de Planificación Familiar. En 1967, el presidente De Gaulle aprobó, no sin reticencias, la legalización de la píldora anticonceptiva. Era la culminación de un proceso en el que la influencia de Sullerot fue considerable. A partir de los años ochenta, sin embargo, Sullerot empezó a alejarse de sus luchas de antaño y rectificó notablemente sus puntos de vista. De entrada, amadrinó a S.O.S. Papá, asociación dedicada a evitar la marginación de los padres en los procesos de divorcio. Prosiguió con su rechazo frontal a la maternidad subrogada -«me repugna comprar una incubadora»- la procreación asistida, las adopciones homosexuales y a los efectos de la revolución sexual, «que en vez de fortalecer a la pareja la ha debilitado: el culto del placer inmediato ha vencido (…) a la realización a través de los hijos». Tampoco se paró en barras sobre el caso del aborto: «Me opuse a que fuera un derecho y hoy es una contracepción bis e incluso un ‘derecho’ a destruir».