La décima edición de la Noche en Blanco, dedicada al mundo onírico, despertó la inquietud de miles de semejantes, los cuales realizaron un total de 236.236 visitas entre las 219 propuestas culturales programadas este año, sumando la cifra «más alta» de las organizadas hasta ahora, según datos presentados por la concejala de Cultura, quien matizó el protagonismo de los ciudadanos y de la cultura en esta acción.

Este desvelo por los aspectos tangibles de la gestión cultural no debe denotar el abandono de su naturaleza intangible, cualidad ésta donde se halla su mayúsculo valor. El hecho de funcionar a un mismo tiempo, por un lado, le da consistencia a la ciudadanía y, por el otro, moviliza a la misma generando innovaciones. Por ello, lo cultural tiende a fundirse en el tejido social porque es vida real: libre, creativa y compleja, fraguando a diario la conexión con las demás áreas de la existencia.

De ahí que tengamos que distinguir claramente entre el sistema cultural y las políticas culturales. El primero es la cultura real y concreta de una sociedad; las segundas son intervenciones intencionadas realizadas por las instituciones para tratar de incidir sobre un determinado sistema cultural para resarcir sus carencias o reforzar sus potencialidades a través de la investigación, la consulta permanente y el conocimiento del sistema cultural de esta urbe. La cultura debe llegar a todos y así las políticas culturales deben ser elaboradas con acciones participativas entre los malagueños.

El político y escritor inglés Felipe Stanhope de Chesterfield en su obra Cartas a su hijo (1774) nos recuerda: «La cultura se adquiere leyendo libros; pero el conocimiento del mundo€ sólo se alcanza leyendo a los hombres y estudiando las diversas ediciones que de ellos existen». Tendremos que aplicar este ejercicio: leer a las personas.