El pasado 25 de mayo publicó un artículo muy importante en el Washington Post el columnista conservador norteamericano Michael Gerson. En estos tiempos siniestros, es difícil no tener que citar con cierta frecuencia a este admirable pensador político. Es este reciente texto suyo -un trabajo mas que brillante- advierte al Partido Republicano sobre el abismo en el que parece que están deseando precipitarse. Se tituló The conservative mind has become diseased. La mente de los conservadores está enferma. No se lo pierdan.

Sigue creciendo el número de conservadores americanos, la mayoría miembros del Partido Republicano, que se niegan a enfrentarse a la creciente destrucción moral de su partido, tal como la ejerce el actual presidente estadounidense, el magnate Donald Trump. Tampoco desean ver que el movimiento conservador del país más poderoso del mundo está siendo fagocitado por una locura destructiva que utiliza el odio a los otros, la mentira y unas demenciales teorías conspiratorias para intentar desactivar el sistema de derechos y libertades de una gran democracia.

Según Gerson, los conservadores republicanos «con las bendiciones del presidente (Trump) han abandonado los normales frenos de la racionalidad y la compasión. Han permitido que la polarización política llegue hasta sus corazones, endureciéndolos. Y han permitido que la polarización domine sus mentes, para vaciarlas.».

No es la primera vez que esto ha ocurrido. La historia del sangriento siglo pasado está llena de ejemplos. Quizás por ello Michael Gerson avisa en el último párrafo de su artículo a sus lectores conservadores: «En el proyecto político de Trump este proyecto de deshumanización está ya muy avanzado. El futuro de la derecha depende ahora de su capacidad de ejercer la repugnancia. Y no está nada claro que esta capacidad todavía exista».

Aunque ciertamente pienso que todavía tenemos motivos de esperanza en este drama que al final podría afectarnos a todos. El pasado lunes leí que un grupo de 218 jóvenes estudiantes de octavo curso del Bachillerato estadounidense de la Middle School de South Orange (New Jersey), con una edad media entre los 13 y los 14 años, había sido invitado a visitar Washington. Es ésta una tradición importante en la capital de los Estados Unidos. Se encontraron en el Capitolio con Paul Ryan, el 54º presidente de la Cámara de Representantes norteamericana, y el personaje político más prominente del Partido Republicano. Por primera vez en la historia norteamericana, un número significativo de aquellos encorbatados y correctos jóvenes visitantes se negaron a compartir la foto con el poderoso Paul Ryan. Según uno de ellos, no les parecía bien que Ryan estuviera servilmente colaborando con el presidente Trump para arrebatar las prestaciones de la Seguridad Social a casi 30 millones de americanos con pocos medios económicos. Con el objetivo final de rebajar aún mas los impuestos a los ricos.