Ojeo un reciente suplemento en colorines de los que adjuntan algunos periódicos españolísimos los domingos, y todos mis problemas desaparecen como por ensalmo. Leo allí: «Color Block: Olvídate de los degradados y las sombras ´en fumé´€ el ojo se rinde a la sombra Full Metal Shadow€ la máscara The Shock sublima las pestañas». Les confieso que yo soy mucho de sublimar las pestañas, muchísimo. Yo soy mucho de lo que viene siendo engrandecer, exaltar, ensalzar y elevar a un grado superior mis pestañas, las pestañas en general, el pestañeo, la pestañidad, el pestañerismo, la pestañibilidad. Gracias a algo que se llama «Color Block» (o sea: Bloque de color), me olvidaré de mis degradaciones y ensombrecimientos «en fumé» (o sea: ahumados) y me rendiré a la «Full Metal Shadow» (o sea: Completa sombra metálica), con lo cual (o con lo cualo) obtendré unas pestañas sublimadas que te rilas, ayudado por «The Shock» (o sea: El susto o El Choque). Ya puedo dormir tranquilo. Tan españolísima revista se titula «Shopping and Style» (o sea: Compras y estilo) y, naturalmente, estoy escribiendo sobre esa peste de los inútiles anglicismos. Y en el españolísimo diario que la regala encuentro al benemérito estudioso del idioma Álex Grijelmo escribiendo sobre lo mismo.

Menos mal que en la batalla (perdida) en defensa del idioma español no se encuentra uno solo. Dicho escritor y periodista burgalés habla sin complejos del complejo que esconde el escribir anglicismo tras anglicismo: «El desinterés de algunos comunicadores por aportar palabras del español (nuevas o viejas) ante lo que llega nombrado en inglés incrementa seguramente la sensación hispana de inferioridad». Y añade un remate de 1º de Psicología: «En el momento en que empezamos a sentirnos inferiores, somos ya realmente inferiores». En efecto. Cuánto complejo de inferioridad se oculta bajo (omito comillas): Línea Avantgarde, Agility Control, High-Perfomance, Dinamic Select, Ultimune Power Infusing Concentrate, Aquasource Everplump Night, Leading Innovation, Canvio for Smartphone: save your best moments, The eau de parfum poudrée for women, multitask girl, skechers go walk, Remix Fashion€ Cuánta sublimación de complejos (no de pestañas) yacen en escribir «la búsqueda de ´looks´ sin límites», o en sostener que la tendencia es «mezclar streetwear con marcas premium», o en concluir que «todo vale en el universo denim», como sigue y sigue y dura y dura remachando la españolísima revista del españolísimo periódico. Qué más da, de qué menudencias te ocupas, la lengua es del pueblo (¿español o del amigo americano?), cada uno habla como le da la gana, mola mucho más el inglés, brother, eres un antiguo, a quién le importa, pareces un castizo cañí€ Me cansa oírlo. Pero tal parece que no toman en cuenta mis críticos una angular refutación de Grijelmo, tan fundamental que afecta a nuestros bolsillos, mirusté: «De ese complejo en la lengua se derivarán renuncias en otros terrenos: no nos creeremos competitivos, desdeñaremos el talento cercano, no apreciaremos la innovación propia, desistiremos de ciertos empeños.

El aleteo de una mariposa psicológica que vuele en nuestro lenguaje puede producir al otro lado de los vocablos un verdadero cataclismo». Así es. Del mismo modo que basta repetirse desde muy temprano un mentiroso mantra (por ejemplo: «Me duele la cabeza, no me encuentro bien») para que ya al mediodía se cumpla la bobada (es decir, le acabe doliendo a uno la cabeza de verdad y encontrándose mal de verdad), con el lenguaje ocurre lo mismo «mutatis mutandis». Basta repetirse desde muy temprano que hoy tengo yo «the eyelashes» (o sea: las pestañas) «muy sublimated» (o sea: «sublimadas», sea ello lo que fuere) para que el complejo de inferioridad actúe y salga uno o una al híper hecho o hecha un brazo marítimo€ aunque con una auténtica caca de pestañas, legañas y otros mocos calcificados en la visual. Si tal cosa les hace felices, bien está y allá cada cual. Pero no lo olviden: «El problema no lo tiene el idioma. Lo tienen nuestros complejos».