Llega el ´ecuador´ de la legislatura municipal, que no es legislatura, es mandato, dado que los ayuntamientos no legislan. Los ayuntamientos hacen normas u ordenanzas municipales siempre supeditadas a leyes de rango superior y de aplicación tan sólo en el término municipal. Más adecuado sería hablar de mandato municipal.

Llega el segundo aniversario de las pasadas elecciones municipales y nos trae la palabra ecuador, que es término polisémico y acicalado, que se ha puesto guapo para salir en los titulares. Ecuador por aquí y ecuador por allá, ecuador esto y ecuador lo otro, niño tráete el ecuador, que vamos a comernos la paella. Estamos, sin duda, en el momento estelar del término. Úselo, no se prive. Seguro que está usted en el ecuador de su matrimonio o vida o carrera profesional o partido de tenis. O tal vez está en el Ecuador, capital Quito, país de nunca bien ponderada belleza y donde tal vez nuestros pies nunca anden sus caminos.

Y sería una lástima. Sobre todo para nuestros pies, dado que Ecuador no parece muy proclive a experimentar o sufrir desazón o tristeza, ni siquiera melancolía por ello. Ecuador seguramente prefiere grandes inversores internacionales y turistas de alto poder adquisitivo y no tristes cronistas que luego describan sus árboles y postres en periódicos de provincias de la que muchos llamaron cursimente madre patria.

Tras dos años de regidores edificando rotondas, peatonalizando cuartos de baño, dando torpes subvenciones al IBI o engatusando árabes para que construyan mamotretos, tras dos años que se hacen muy largos, la palabra ecuador vuelve a escena como una actriz de renombre que hubiera pasado dos temporadas teatrales alejada de las tablas por una infección, un mal de ojos o una venganza de rijoso prohombre con influencias en el mundo del arte drámatico. Vuelve a escena y brilla y se codea con otras palabras muy usadas. Salta del banquillo y ahí está, en un digital de pueblo y en un diario nacional en papel, en un folleto y en un programa de radio, en tertulias televisivas y en whatsapp de grupos de concejales. «A ver si el de Fiestas se pone las pilas, que estamos en el ecuador y no ha organizado una puñetera verbena», bien podría escribir un alcalde prototípico, siempre preocupado por el bienestar de sus convecinos, que no súbditos, y siempre cavilando acerca de cómo mejorar la calidad de vida de sus paisanos. Paisanos que están sin verbena en pleno ecuador, con un calor de no te menees y lo mismo sin acceso a piscina o playa. Sería entonces un caso de ecuador del infierno. Y todavía quedan otros dos años de mandato.