Ya está bien de perder tiempo deliberadamente cuando el tanteo está a mi favor. Con la premisa del «juego limpio», el fútbol va camino de convertirse en un deporte muy diferente al que hemos conocido hasta ahora. Al margen del uso del vídeo para anular determinadas acciones polémicas, la FIFA tiene sobre la mesa la posibilidad de reducir la duración de los encuentros a apenas 60 minutos. Eso sí, con el reloj detenido cada vez que se interrumpa el juego.

La medida puede resultar alarmante. Sin embargo, los defensores de la misma remarcan que en la actualidad en numerosos partidos apenas se sobrepasan los 45 minutos de «juego efectivo». Es decir, que con este cambio normativo, muchos encuentros se prolongarían hasta las dos horas. A reglón seguido, pongan a prueba su imaginación. Seguro que aciertan.

El cronómetro permitiría la incorporación de unas extraordinariamente rentables pausas publicitarias a lo largo de cada enfrentamiento. Puede que hasta podamos ver actuaciones musicales, como la de justo antes de la pasada final de la Liga de Campeones, pero en una franja televisiva de mayor impacto económico. Todo por el espectáculo, por supuesto. Los dirigentes del balompié mundial siguen soñando con esas audiencias millonarias de deportes como la NFL y todo el engranaje que mueve un evento com ola Super Bowl: más de 100 millones de espectadores sólo en EEUU y alrededor de 560 millones de euros en beneficios directos.

Pero lo cierto, y aquí no cabe discusión, es que en numerosos partidos «no pasa absolutamente nada» durante horas. Ahí el fútbol quiere cambiar el discurso del aficionado. Si prosperan otras propuestas que se acaban de dar a conocer con un horizonte a cinco años, puesto que todas acarrearían un debate previo, los jugadores a partir de ahora podrían tocar varias veces el esférico cuando se dispongan a lanzar las faltas directas o los saques de esquina. Incluso cabe la posibilidad de que no tenga que estar el balón detenido cuando se lancen esas faltas. Y, también por el mencionado «juego limpio», las manos en el área, cerca de la línea de gol, que hasta ahora acarreaban un lanzamiento de penalti, pasarían a ser decretadas como gol del conjunto atacante.

Todas estas iniciativas han sido adelantadas por el excolegiado británico David Elleray, que a sus 62 años de edad ejerce actualmente de director técnico de la denominada FIFA Board. «Se puede decir que se trata de una revolución silenciosa destinada a convertir el fútbol en algo aún mejor», indicaba al rotativo británico The Sun. En el camino hacia un «deporte más limpio», hasta sería obligatorio que los dos entrenadores se diesen la mano antes del pitido inicial.

El borrador incluso apunta, acerca de los silbatazos, que los que marquen el final de cada parte nunca suenen antes de que el balón haya salido del terreno de juego. Desconocemos, de momento, si también se reglamentará el saque con la mano de los porteros. ¿Qué pensarán del que ha convertido en viral Ibrahim Alma? El meta internacional de Siria, con un estilo más propio del voleibol, también puede marcar tendencias.