En el PSOE de Pedro Sánchez no hay barones y sí naciones. El congreso federal ha dado en definir a España como nación de naciones. Nación de raciones. Ración de naciones. Naciones para todos.

Uno de los barandas del socialismo andaluz, Juan Cornejo, se pregunta con mucha razón y algo de retranca, que cuántas naciones, si dos o tres o cuatro. La pregunta lleva implícita, claro, que qué pasa con Andalucía, si es realidad nacional, territorio, región o unidad de destino en lo universal, que es como los falangistas definían a España y que es definición que traemos aquí sólo por provocar. Aunque no sabemos si por provocar a las naciones o a las regiones.

La presidenta de Baleares, Francina Armengol dice alegrarse de la multiplicidad de naciones porque así a las islas se les puede conceder un estatus especial, de insularidad.

En el fondo lo que está pidiendo es lo mismo que pide Andalucía y Cantabria, Galicia o Murcia: más dinero. Es lo que pide Cataluña, pero más alto que nadie. Y es lo que no pide Euskadi porque les ha tocado el cuponazo con Rajoy y ya no sólo recaudan todos los impuestos y aportan una pequeña cantidad al Estado (que no se revisa) sino que además ahora les llega una transferencia millonaria por haber el PNV apoyado los presupuestos generales del Estado. Los Presupuestos Generales de las Naciones, podrían llamarse a partir de ahora. El PSOE ha decidido meterse en el «jardín de las naciones», que sería un buen nombre para una arboleda junto a un palacio. Y no le conviene.

Los nacionalistas no se lo van a agradecer ni se van a apaciguar. Si a un león le das un filete no te va a dejar en paz. Dentro de una hora te pedirá otro. La agenda de la izquierda debería ser distinta, los sentimientos identitarios deberían permanecer en la esfera de lo privado, no ser permanente cambalache del debate y la conversación público/política.

Tal vez en el tiempo que tardo en escribir este artículo haya nacido otra nación. A lo mejor es la nación de los desencantados. Un tertuliano dice que las naciones en España son las que poseen lengua propia. Una definición bastante idiota, dado que propias nos son todas las que en el Estado son oficiales. El gallego también es mi lengua la hable o no. Además, ¿es que La Rioja, las Castillas o Canarias no tienen lengua propia?, ¿es el español una lengua marciana?, ¿es propiedad de una multinacional?, ¿si mis primos se hacen fuerte en el salón y deciden autodeterminarse, tenemos que compartir cocina?, ¿quién se queda con la moqueta?, ¿estamos ante el histórico momento del alumbramiento de un género periodístico o columnístico a raíz del cargante debate nacional sobre las naciones?

Hay que hacer un hueco a los que piensan que su patria son sus zapatos. Los míos son buenísimos. De Elche. Que merece ser cantón y firmar un tratado de comercio y socorro mutuo con el Bierzo y Cartagena. Y, oiga, otra ración.