Esta semana en el pleno municipal de Málaga el concejal Gonzalo Sichar, de Ciudadanos, rompió la disciplina de voto y se unió a la oposición (PSOE, IU, Málaga Ahora y el edil no adscrito) con lo cual el bloque formado por el PP y los naranjas perdió la votación por 15 votos a 16. Se debatía la gestión del Centro de Arte Contemporáneo (CAC). El PP y Ciudadanos son partidarios del modelo actual, gestión privada, concesión. Pero la izquierda quiere que sea público, al estilo del Ruso, el Pompidou, etc. El resultado no es vinculante pero moralmente es lo que es. Si es que la moral (y la ética) le importan a alguien. A mí a veces también me importan un huevo, pero yo no tengo un cargo público ni pretendo dar ejemplo.

Lo que el PP intentará ahora es que la renovación de la concesión no pase por pleno (debería) porque si pasa, Sichar volverá a votar contra los populares y contra sus compañeros. Puede decirse tranquilamente que el equipo de Gobierno trabaja ya en alguna triquiñuela legal. Una trampa. En cualquier caso, más allá de todo esto, el caso Sichar es muy relevante. Sus relaciones con Juan Cassá son de pena. No se hablan. Ciudadanos tiene tres concejales y un problema. Cassá opina de él que es un desleal y suele abundar en que ya ha pasado por varias formaciones políticas y que ahora se apresta a integrarse en una plataforma que huele a embrión de partido. Tal vez un partido que pueda ser incluido en ediciones futuras del ameno ´Siglas de la democracia´ (editorial Última línea) un diccionario de partidos políticos escrito por el propio Sichar, hombre culto y versado y prácticamente el político mejor pagado de la provincia (portavocía en Diputación más dietas en el Ayuntamiento). Chollo. No va a ser la última vez que Sichar haga lo que le salga de los cataplines. Ni Cassá y otros van a dejar de trabajar para expulsarlo y por supuesto para que no vuelva a oler un cargo público. A ver quién gana.

Lo cierto es que Sichar puede dar tardes de gloria. Ahí es nada que su voto se descontrole en un hipotético pleno de investidura de Elías Bendodo porque De la Torre haya abandonado la alcaldía. Vamos a pasar por curiosos momentos de sicharizamiento de la política. Municipal y de la Diputación, aunque en esa institución, el mencionado tiene algo menos poder de desequilibrio porque la mayoría del PP es un poco más sólida. A Sichar hay quien quiere matarlo y hay quien quiere ponerle un piso. Sichar alegra los plenos e introduce el factor sorpresa, que a veces puede acabar en un ejemplo de lo que es ser consecuente o en un dislate. En el pleno de Málaga ya hay dos ´indisciplinados´, Sichar y Juanjo Espinosa, que formaba parte del grupo Málaga Ahora pero se desgajó de él. En los dos grupos grandes, PSOE y PP hay gente que no se soporta o no se habla o se tiene envidia, pero no llegan a tanto como para abandonar el grupo o votar en conciencia. El roce hace el cariño, pero como los plenos son una vez al mes, algunos sólo tienen ese roce así que el cariño es poco y la camaradería nula.

Algunos socialistas tienen muy buena relación con Sichar, también algunos populares. Le caen tejos de un lado y de otro. Está por ver cómo de hábil es utilizando el poder que le va a conferir no estar sometido a disciplinas de partido. En cualquier caso, introduce emoción en todo esto. Hasta en las mociones. Con arte.