El Zorro se ponía un antifaz para enmendar las injusticias de este mundo y también iban enmascarados otros héroes como Supermán, el Guerrero del Antifaz o el Hombre Araña. Por modestia, por eficacia, para que nadie conociera sus buenas acciones y supongo que también para poder tener también una vida normal al margen de sus agotadoras heroicidades. Ahora Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Bahrein se han quitado la careta y no han tenido empacho en desvelar los motivos reales de su malestar con el emirato de Qatar con el que acaban de cortar relaciones diplomáticas, comerciales y aéreas. La lista de 13 condiciones que le han impuesto son tan duras e implicarían un cambio tan radical en la política catarí que hacen imposible su aceptación. Qatar se ha pasado varios pueblos a base de tocar las narices a sus vecinos y estos se han cansado y han reaccionado con prepotencia, como el primo de Zumosol, exigiendo entre otras cosas el cierre de la emisora televisiva Al Jazeera y de una base militar turca, cortar relaciones con Irán y dejar de apoyar a los Hermanos Musulmanes y al Estado Islámico y otros grupos terroristas.

Son demandas de tal magnitud que no resisten un análisis somero. Al Jazeera, que emite desde Doha, es la única televisión independiente de todo el mundo árabe, la única que se atreve a criticar a los regímenes medievales que aún perduran en la región (menos al emir de Qatar, a salvo de las críticas) y la única, en definitiva, que puede presumir de una cierta libertad de expresión. En el fondo, ésta es la verdadera razón del cabreo y las demás exigencias más parecen una cortina de humo para que no se note tanto. Cortar relaciones con Irán es otra cosa que Qatar simplemente no puede hacer por la sencilla razón de que vive de las exportaciones del gas de un enorme depósito submarino que se encuentra en el Golfo Pérsico y que ambos países explotan conjuntamente desde los dos extremos, como si fuera un vaso de agua con dos pajitas. Pero hacer eso exige hablar, discutir cantidades y gestionar juntos la riqueza compartida para que todo se haga en beneficio mutuo. Los apenas 300.000 cataríes tienen la renta per cápita mayor del mundo gracias a este gigantesco depósito sumergido y no van dejar de hablar con Irán nunca. Menos aún cortar relaciones.

Cerrar la base militar turca es otra historia. Los saudíes no ven con buenos ojos la creciente influencia de Ankara en su vecindad, quizás porque aún recuerdan al imperio Otomano que los dominó durante siglos. Teóricamente echar a los turcos puede ser algo factible pero los turcos ya han dicho que no quieren irse sino poner allí 5000 soldados y además para Qatar aceptar esa exigencia, que se inmiscuye en un asunto de su competencia soberana, sería una bajada de pantalones tan humillante que dudo que pudiera aceptarla con la cabeza medio alta.

Romper relaciones con los Hermanos Musulmanes sería algo más fácil y esa es una exigencia de Egipto, que desde el golpe de estado del general al-Sisi ha emprendido una dura campaña de represión contra esta cofradía, que Occidente no considera terrorista. También Erdogan apoya a los Hermanos Musulmanes egipcios, y los de Túnez han gobernado su país y hoy contribuyen a su estabilidad. Para tocar aún más las narices de El Cairo, los minúsculos cataríes apoyan en Libia a los rivales del general Hifter que es el favorito de Egipto.

Y dejar de apoyar a grupos sunnitas cercanos al Estado Islámico y a otros grupos terroristas nos parece bien a todos, aunque da risa que sea Riad quién lo exija pues Arabia Saudita es la principal propagadora en todo el mundo de una versión particularmente conservadora del Islam, el credo wahhabita, que está detrás de la radicalización de muchos jóvenes musulmanes, también en España.

Por si todo ésto fuera poco, quieren que Qatar les pague una indemnización y entregue a los opositores de los países vecinos acogidos en su territorio. Quieren humillar públicamente a Qatar y como la sangre no llegará al río, solo falta expulsarle del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). Todo se andará.

Yo creo que la reciente visita de Trump a Riad ha envalentonado al joven, inexperto e impulsivo Mohamed bin Salman, recién nombrado príncipe heredero, que ha querido de una tacada hacerle un favor a los americanos en su prioridad de aislar a Irán y, al mismo tiempo, librarse de una emisora de televisión que critica su desastrosa su intervención militar en Yemen, entre muchas otras cosas. Y ha pensado que Qatar era una mosca cojonera que podría aplastar de un manotazo. En mi opinión se equivoca porque ante esas exigencias de imposible cumplimiento Qatar apretará los dientes, se apretará el cinturón y se acercará más a Irán y a Turquía.

Y mientras, los norteamericanos parecen tocar el violón. Tienen en Qatar una base aérea con 10.000 soldados y lanzan mensajes contradictorios sobre el fondo del problema. Mientras Trump apoya las medidas contra el Emirato, Tillerson pide contención y negociación y ahora se añade el Congreso para pedir que no se vendan más armas mientras este asunto no se arregle. Pura hipocresía porque los países del CCG son los principales clientes de armas estadounidenses y no los van a perder.

Pero a corto plazo pintan bastos porque aunque Qatar pudiera hablar en privado de estas exigencias, su aceptación pública es imposible . Sobran pirómanos y faltan bomberos.

*Jorge Dezcállar es embajador de España en EEUU