El Ayuntamiento de Marbella ultima una ordenanza, que ya funciona o está en proyecto en otras ciudades, para prohibir ir sin camiseta por la ciudad. Alabado sea el señor.

Para nuestro gusto, la ordenanza ideal debería marcar también la obligatoriedad de no poder lanzarse a la calle sin la ducha matinal preceptiva y sin una camisa bien planchada; además, obviamente, habría que desterrar por decreto, so pena de destierro, las sandalias con calcetines blancos; pero somos benévolos con la atolondrada juventud o incluso la alocada madurez, que impele a veces a tantos, cronista incluido, a salir a la calle, por ejemplo, con una camiseta en la que va estampada la cara de nuestro líder rockero o politico favorito.

El peligro de todo esto es que los sin camiseta, como los sans culotte franceses, se organicen y armen la Marimorena contra la citada ordenanza. Sería una Marimorena en pelotas, o semi en pelotas, pero Marimorena al fin y al cabo. Los deseosos de ir con la pechera al viento (que no tienen a veces el detalle de peinarse los pelos de la espalda) podrían exigir aire acondicionado en la calle como condición para reconvertirse en textiles, que es como la gente que no usa ropa tiende a llamar a los que la usan. Igualmente podrían exigir que fuera obligatorio en tiempos invernales el reparto municipal de abrigos para la ciudadanía, que tiende a no llegar a fin de mes y a ir luego de forma poco elegante, a cuerpo gentil, sin ropaje protector contra la casi siempre desabrida meteorología que impera en noviembre e incluso diciembre. No es bueno que el contribuyente se resfríe. Luego la palma sin hacer la declaración de la renta y no podemos pagar las pensiones.

Tampoco se trata de imponer la elegancia por decreto, ya saben que como decía Armani, ésta estriba en ser recordado, no en ser notado. Pero sí un cierto decoro. Lo triste es que la gente no traiga el decoro de casa. Yo cuando salgo de mi domicilio, incluso cuando salgo de mi casa, siempre llevo el decoro conmigo. Ni siquiera me lo quito cuando estoy en el salón. Corro el riesgo de perderlo y luego cualquiera lo encuentra.

-¿Oiga, perdone ha visto usted mi decoro por alguna parte?

-No, caballero, no y sáquese el dedo de la nariz, por favor.

Es lo que tiene perder el citado decoro, que hay que que imponerlo por decreto u ordenanza. Una ordenanza es casi siempre producto de un fallo en la convivencia. Hay ordenanza de ruido porque hay voceras. Y así todo. No hay ordenanzas empero contra la expulsión indiscriminada de ventosidades en la vía pública, cosa que echamos en falta. También debería promulgarse una que hiciera punible el exceso de adverbios o el mal uso de los adjetivos posesivos.

Incluso que multara la sobada que se le mete a algunas metáforas, que las pobres están escuálidas y casi sin significado de tanto usarlas. Yo oigo a un tío decir ´blanco como la nieve´ y le meto una ordenanza. Marbella se une a la liga de ciudades con camiseta. No deja de ser un paso elegante. Y eso viste mucho.