Lo que para el politólogo hace fascinante el juego de la política son las carambolas extrañas hasta para los jugadores. Por ejemplo: ¿contribuirá el llamamiento de las franquicias catalanas de Podemos a votar el 1 de octubre «como mera movilización» (al no reunir condiciones para ser vinculante) a deslegitimar el referéndum? ¿Ayudará el acercamiento de Sánchez a Pablo Iglesias a limitar su famoso juego de piernas y el gancho de izquierda? ¿Favorecerán las previsibles victorias de sanchistas en los territorios gobernados por barones (contrarios a Sánchez y a Podemos) la estabilidad de estos, al rebajar la belicosidad podemita? ¿Serán esa misma labilidad y fluidez en todas las casillas del tablero las que proporcionen a Rajoy una buena flotación, dada su acreditada fitogenética de quercus suber (alcornoque)? ¿Se vive peor cuando se asume el principio de incertidumbre?