Aviso, lector, que ésto podría herir su sensibilidad. Por si sigue ahí: después de la vomitona, cuando ya no queda nada que echar pero siguen las náuseas, sale la bilis. Probemos con algo menos asqueroso: quitada la cabeza del grano y apretado a fondo para sacar todo el pus, sale la sangre. En fin, mejor no seguir. Quiero decir que lo que hay detrás del epifenómeno estomacal o cutáneo acaba saliendo, dando cuenta de la entidad corporal de uno. Es lo que temo que esté ocurriendo con el independentismo catalán, al aflorar el supremacismo que habría bajo su emotivo discurso nacional. O sea, somos mejores que los demás vecinos de la casa, y por tanto nos vamos. El supremacismo forma parte de la condición humana, y hay que hacer verdaderos esfuerzos (a veces sin resultado) para no practicarlo. El secreto mejor guardado es que no tiene base alguna, y es sólo un patético babear del ego.