Apaciguar es una bonita palabra que significa poner paz, pero por apaciguamiento se suele entender más bien calmar los ánimos excitados. La paz es otra cosa, que va más al fondo de los problemas. Bien, no creo que haya ya tiempo para apaciguar el independentismo catalán, que se lo jugará todo a dos cartas, la del 11 de septiembre y la del 1 de octubre. Pensar que puede ser un calmante la condonación de la deuda catalana, a la que se ha apuntado Pedro Sánchez, me parece una tontería. Esa será antes o después una costosa medida de acompañamiento (que habrá que pagar) pero ya no servirá para evitar el incendio. El PSOE no ha sido capaz de cumplir la obligación que su famoso sentido de Estado le debía de haber dictado, que era la de configurar desde las filas de españolismo una tercera vía, incluyendo una concreta reforma de la Constitución. Casi peor que no hacer es llegar tarde.