Sigue la escalada. Los focos del nuevo neofascismo de Occidente, ya con incipiente vocación de tsunami, parece que se nutren del cieno sangriento del siglo que le precede. Aquel que empezó pulverizando en los frentes de Europa a los jóvenes soldados con la metralla de los cañones del cruel y estúpido agosto de 1914. Los horrores que nos anuncian los nuevos caudillos en Polonia o Hungría, otrora heroicos países que ya fueron víctimas de antiguos verdugos. Ahora miembros de la UE, recién liberados de la triste condición de satrapías totalitarias. La lista se hace cada día mas densa...

El magnate Donald Trump en unos pocos meses está logrando convertir en profecía a las recientes denuncias del maestro Paul Krugman, el lúcido y valiente economista norteamericano que fue premiado con el Nobel: "Naturalmente, durante la yihad de ocho años contra la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible, el Partido Republicano fingió lo contrario: denunciaba al Obamacare por no cubrir a todo el mundo; atacaba los elevados gastos adicionales asociados a muchas de sus políticas, etcétera. Pero la ideología conservadora siempre ha rechazado la propuesta de que la gente tiene derecho a la asistencia sanitaria; la élite republicana consideraba, y sigue considerando, que la gente cubierta por Medicaid, en concreto, son unos aprovechados que en realidad están robando a los ricos, que merecen más por serlo." Como decía el profesor Krugman, quizás Estados Unidos no sea especial, tan solo otra república que tuvo su momento, pero que va camino de convertirse en un país corrupto dirigido por tiranos.

Las campanas de las malas noticias han doblado a lo largo de la semana: el mejor antídoto que he encontrado es el arte. Como ese maravilloso villancico de don Pedro Ruimonte (1565-1627): "Luna que reluces". Fue don Pedro un notable compositor y músico español. En 1599 llegó a Bruselas como miembro del séquito de los nuevos gobernadores de la Corona de España en los Países Bajos: el archiduque Alberto y la princesa Clara Eugenia. Como jefe de los músicos de la corte ducal, compuso y publicó don Pedro en 1614 su "Parnaso Español de Madrigales y Villancicos a Cuatro, Cinco y Seis", considerada la obra cumbre de la música polifónica española en el siglo de Cervantes. Don Pedro, como jefe de los músicos de la corte, tendría bajo sus órdenes a organistas y compositores de gran fama, como los ingleses Peter Philips y el oxfordiano John Bull, prestigioso clavecinista y organista de la catedral de Amberes. O los maestros flamencos Peter Cornet y Philippe Van der Meulen.

También me han auxiliado en estos días las enseñanzas y los versos de un poeta británico, Heathcote Williams. Falleció el pasado 1 de julio. Tenía 75 años. Leo en el espléndido Obituary que le ha dedicado "The Economist" que las actuaciones de personajes como el magnate y caudillo estadounidense Donald Trump o el ministro inglés de Exteriores, Boris Johnson, entre otros, le amargaron al poeta fallecido los últimos meses de su vida. Siempre nos advertía Heathcote Williams de que al final nuestras mentes serían ocupadas por los frutos tóxicos de extrañas máquinas y artilugios, al servicio de los príncipes de las tinieblas. Primero se apoderarían de nuestros cerebros y después los vaciarían. Por supuesto, para llenarlos de banalidades y basuras.