Una tonelada llegaban a pesar las jábegas que desde tiempos de los fenicios eran utilizadas en la Bahía de Málaga para pescar. Necesitaban de la fuerza de 15 jabegotes para poder cortar las olas con solvencia. Las que ahora compiten en la Liga Provincial de Jábegas de la Diputación-Copa Pepe Almoguera son mucho más ligeras, porque tienen un uso exclusivamente deportivo, y apenas requieren de siete hombres a los remos.

La voz pausada de Fernando Dols nos traslada a otros tiempos, a otras épocas. En Nerja, su localidad de residencia, este excepcional coleccionista de todo lo que tenga que ver con Málaga y el mar, que se dice bien pronto, ha recopilado a lo largo de su vida más de 3.000 fotografías. Una selección de estas reliquias seguirán expuestas hasta el 31 de agosto en el Centro Cultural Villa de Nerja bajo el título «Nostalgia. Recordando el pasado». Hay imágenes con un siglo de antigüedad, de pricipios de 1911, y las hay de finales de la década de los 90.

Su dilatada trayectoria como marengo recorre perfectamente la evolución de la jábega hasta la actualidad. Porque a los 14 años ya estaba embarcado junto a su padre, patrón de barco, y desde hace décadas es propietario de la jábega Rosario y Ana, representativa del municipio nerjeño y de la Costa del Sol por extensión, en eventos deportivos o en exhibiciones celebradas incluso fuera de Andalucía. Dols ha ofrecido conferencias en multitud de centros educativos, ha elaborado con sus propias manos maquetas inéditas que respiran salitre malagueño por los cuatro costados. Es historia viva de lo que es, ha sido y será la tradición marinera de una provincia que en demasiadas ocasiones vive de espaldas a su Mare Nostrum.

Puestos a olvidar su pasado, hasta resulta extraño que Málaga no dedique más atención a otro jabegote. Porque si a tal apelativo responde el marengo que a pleno pulmón tira de la jábega, del arte de pesca que da nombre a la mencionada embarcación, a pleno pulmón también, el jabegote es asimismo un palo flamenco que parte del fandango y que era propio de los marengos.

En otra localidad axárquica, la enclavada en el Barranco de Güi, cuna de otra de las vertientes más antiguas del fandango, la que algunos investigadores sitúan en su raíz allá por el siglo XVIII, los lugareños echan en falta cada mes de agosto, cuando reúnen a más visitantes con motivo de su festival folclórico, que estos palos sigan carentes de un relevo generacional. Recuerdan que el inmortal Juan Breva, con sus «altísimos tonos agudos», fue un extraordinario embajador del jabegote.

Pero en el fondo muere este palo como ya tampoco perviven muchas de las faenas que los pescadores desarrollaban en tierra firme mientras interpretaban aquellos «versos valientes», aquellos fandangos cercanos a los verdiales. Ni siquiera suena ya aquello de que antiguamente eran dulces todas las aguas del mar, hasta que llegó una malagueña y «se volvieron salás».

Queda atrás, como con nostalgia cuenta Dols, mucho recuerdo en peligro de extinción. Pero incluso suena añeja la música de intérpretes relativamente recientes. En Benamocarra, por ejemplo, cuna del compositor Eduardo Ocón, este sábado «resucitarán» a pleno pulmón las voces de OBK, Locomía, Siniestro Total o Gatos Locos.