Lo formidable de la política es que se puede defender, negar, rechazar o impulsar dos ideas o propuestas diferentes sin que nadie se alarme. Esa es la grandeza o la miseria de la política. Solo hay que ponerse digno.

Sucede ahora con el canon del agua. Hay dos administraciones que quieren meter la mano en el bolsillo de los ciudadanos para financiar diferentes obras hidráulicas. Bueno, una, la Junta de Andalucía lleva desde el año 2011 depurando y saneando nuestros bolsillos para ejecutar más de 40 obras de saneamiento integral en la provincia. Hay que reconocerles y aplaudir la brillante gestión a la hora de recaudar el denominado «canon de mejora», canon que obligan a todos los ayuntamientos andaluces a incluirlo en sus recibos del agua. En este tiempo, el Gobierno andaluz ha recaudado en la provincia de Málaga 164 millones de euros, lo que representa el 37% de los 444 millones ingresados durante este periodo en toda la comunidad autónoma. Poco o nada se sabe qué han hecho con este dinero, que tiene un caracter finalista, y lo poco que se ha conocido es que, según los últimos datos publicados a finales del pasado año, sólo habían invertido en la provincia 13,8 millones de euros. Esta ridícula cifra supone que sólo se gastado el 3,5% de los 390 millones que cuestan el medio centenar de obras que en 2010 fueron declaradas de interés comunitario para alcanzar el vertido cero de aguas residuales. Conclusión, la Junta es una entidad que recauda bien, ahorra mejor e invierte regular. Incluso tendría dinero para fichar a Neymar y rotarlo por todos los clubes andaluces.

Hay una segunda administración que también quiere sanear nuestros bolsillos. Los verán abultados con esto de que salimos de la crisis. Se trata del Ayuntamiento de Málaga, concretamente el Partido Popular, que según la época les gusta más o menos aplicar un canon. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, quiere incluir un canon en el recibo del agua para obtener 131 millones de euros con los que financiar unas 136 grandes obras para modernizar, renovar y completar las redes de abastecimiento y saneamiento de Málaga capital. El recibo subiría, más o menos, lo que vale la mitad de un bollito de pan pequeño, parafraseando al alcalde cuando en 2014 trató de subir el recibo del agua y luego tuvo que dar marcha atrás pese a su heróica demostración de que era capaz de ducharse con «no más de 10 ó 15 litros por la buena costumbre de no dejar la ducha abierta mientras uno se enjabona». Magistral.

Defiende ahora el alcalde que el canon es necesario debido al estado crítico y a la antiguedad de la red. Quizás tampoco recuerde sus fuertes críticas en 2010 cuando se conoció que la Junta de Andalucía aprobaría un canon para financiar también obras hidráulicas. Incluso calificó la propuesta como« un desacierto desde el punto de vista social y económico, perjudicando las economías de las familias». Fue tal su beligerencia que en plena campaña electoral de las municipales de 2011, el Ayuntamiento remitió a los vecinos de Málaga una «carta informativa» explicando que por culpa de la Junta subiría el recibo del agua a la vez que dejaba claro que el Consistorio mantenía sus tarifas e incluso eliminaba un canon de mejora que cobraba desde hace cinco años.

Dos gotas de agua. Esta es la grandeza o la miseria de la política, o como se quiera. Para hacer más épico este folletín sobre los tipo de canon que se aplican al agua, el grupo municipal del PSOE en el Ayuntamiento de Málaga se opone frontalmente a la intención de Emasa de aplicar uno en la factura de agua, pero a la vez este mismo partido cobra uno de ámbito regional pero sin invertir ni un mísero 4% en obras de infraestructuras.

Para recordarnos que no se había avanzado casi nada en saneamiento, el pasado mes de julio volvieron a suscribir otro convenio entre la Junta de Andalucía y el Gobierno central para impulsar las obras que ya habían impulsado en el año 2010, pero se entiende que entonces, vistos los resultados, más que un impulso fue un simple empujoncito. Leve. Sutil. No vayamos a pasarnos y hagamos obras.

Llegados a este punto tenemos dos partidos que se oponen al canon del otro partido para financiar obras hidráulicas pero a la vez defienden su canon para pagar también sus obras hidráulicas. Un lío, vaya. Tantos años de bipartidismo en España no les ha sentado nada bien al PP y al PSOE, que son como dos gotas de agua.

El problema real es que las dos administraciones están secas de dinero y cuando éste inundaba las arcas públicas no lo invirtieron para evitar los graves problemas que aún sufre la provincia en materia de abastecimiento y saneamiento.

Emasa no tiene capacidad financiera para acometer estas obras con sus propios recursos debido a que el Ayuntamiento de Málaga tuvo la feliz idea en 2006 de exigirle una especie de canon (otro) por utilizar las canalizaciones de la ciudad. Negocio redondo para el Consistorio, que ingresaba dinero, y un problema para Emasa, que tuvo que pedir un crédito de 91 millones de euros del que todavía debe un pastizal, siendo la empresa municipal con mayor nivel de deuda y sin margen para acometer esas grandes infraestructuras.

Lo de la Junta de Andalucía es aún peor, de negligencia política severa. Como para meterles un canon. Ingresa cantidades millonarias pero es incapaz de gestionar sus inversiones. En el caso de Málaga el diagnóstico es tan claro. como el agua. Por un capricho desmantelaron en 2009 y se llevaron a Sevilla la sede de la Confederación Hidrográfica del Sur que se ubicaba en el Palacio de la Tinta. Hoy este inmueble es una sombra del esplendor de su pasado y define la dejadez de la Consejería de Medio Ambiente. El edificio está obsoleto, con una gran superficie en desuso por falta de inversión, con problemas eléctricos, mala climatización... e incapaz de superar la inspección técnica de edificios (ITE). Allí se ubica un desmantelado servicio de infraestructuras hidráulicas, reducido a meras asesorias técnicas, sin personal cualificado y sin capacidad de gestionar una gota de agua. Un ejemplo es la paralizada obra de ampliación de la ETAP de Río Verde, una infraestructura a medio construir y abandonada desde mayo de 2012 y que es necesaria para aumentar la potabilización del agua en la Costa del Sol occidental.

A la espera de un nuevo canon que depure nuestros abultados bolsillos, bebamos con cuidado, pues tampoco han hecho obras para evitar periodos de sequía, aunque eso se soluciona con un nuevo canon.