Sólo los niños piden turrón en agosto. Ese turrón que vendía el feriante que murió anteanoche en Málaga. Lo piden, porque para ellos esos trozos reblandecidos por el calor no están apilados junto al coco y las manzanas de caramelo del puesto de la Feria, sino en su memoria aún fresca, casi recién inaugurada, sobre el mostradorcillo de la diversión. Cuando el mío me pida un trocito esta semana no sabrá, como yo, de la triste muerte de ese hombre de 38 años cuando montaba uno de esos puestos de la Feria. Descarga eléctrica, caída de la escalera tan alta y se terminó. Cuánta pena entre tanta luz artificial ese chispazo del luto.

Viviendo

Pero el gerundio de vivir no entiende del pretérito indefinido. Todo está ocurriendo, ocurre, pasa, todo está pasando. Y Málaga no se prepara para su Feria, como decían las cuñas de la radio, sino que es una Feria ya. La diversidad racial, cultural, idiomática, que va y viene por calles, tiendas, bares, playas y portales este verano es un espectáculo continuo. Prueben a quedarse quietos mientras toda esa vida pasa, mientras todas esas vidas posan para nosotros al pasar. Abran ojos y oídos y no necesitarán mucho más para sentir que están subidos en la montaña rusa de la Feria. Málaga ya no es la Feria del Sur de Europa, grandilocuencias e intencionalidades políticas al margen. El mundo está en Málaga. Y de ese mundo viajero, dos amigos me llamaron ayer atorados en el aeropuerto de El Prat.

Volando (no) voy

Mientras la ciudad espera inquieta las decisiones sobre la empresa municipal de limpieza de Málaga, Limasa -cuyos trabajadores al menos no se han puesto en huelga en esta Feria-, los trabajadores de la Seguridad de un aeropuerto como El Prat sí mantienen paros parciales. En pleno agosto y en el que es casi el aeropuerto más importante, aunque esté en Cataluña, de España. Mi padre siempre se quejaba de que a nadie le importaba cuando él se ponía en huelga. A pesar de que, en aquellos tiempos, en la Construcción muchos se la jugaban por el mero hecho de señalarse. Y a pesar de que perdiesen parte de un sueldo del que no podían prescindir, ya que quienes pertenecían a la llamada clase obrera -aún real entonces- vivían muy al día. Por ese agravio comparativo parece lógico que personas como él exigiesen, aún desde su sólida moral de izquierdas, un plus de responsabilidad a quienes se ponían en huelga en sectores cuyo mal funcionamiento tenía consecuencias negativas para el resto de la ciudadanía, parte de la cual está formada por trabajadores que no importan a nadie si se ponen en huelga.

Volando (no) vengo

Es como si se pusieran en huelga los periodistas. A quién le importa. En Barcelona deben de estar aturdidos con el eco de quienes echan espuma por la boca en las esperas del aeropuerto; de quienes están hartos de pagar con sus propias vacaciones, con sus familias de la mano en no pocos casos, las estrategias de presión de otros o la ineptitud de quiénes han llevado a esos otros a ponerse en huelga. Muchos de ellos, además, suman a esa injusticia la diferencia generada en tiempos de fractura social de la clase media, de la que no parece ocuparse el alegre crecimiento económico. Porque, como mis amigos que esperaban en la cola, muchos de quienes se ven obligados a esperar no tienen ni tan siquiera un contrato con Seguridad Social. Pero los barceloneses deben de estar aturdidos, digo, porque, al menos desde fuera de Cataluña, uno alucina con que se hable de otra cosa que del referéndum del 8 de octubre y demás asuntillos independentistas. De hecho, lo de El Prat nos parece a algunos que ocurre en una nube, incluso en Barajas, no en territorio catalán, donde sólo ocurren cosas del nacionalismo catalán.

Sardinas y sardanas

Si sigues los informativos de los últimos años, se te pone la cara de Bill Murray en aquella película que tanto ponemos de ejemplo, Atrapado en el tiempo, cuando apagaba una y otra y otra y otra vez el despertador el mismo día. En Cataluña parece que ni sus gobernantes hacen otra cosa que apoyar la independencia, ni la oposición otra que tratar de frenar esa dedicación exclusiva de quienes gobiernan. Sé que la presión de Junts pel Sí y la CUP es un órdago importante que tienen entre manos los políticos de este país, y que el asunto catalán viene de largo, pero como ciudadano español no sé qué hacer al enfrentarme a esta página sin ocultar que a mí -y lo digo sin pretender faltarle el respeto a nadie- me resulta ridículo. Será la Feria.

Luto en Ronda

Las palabras huelga y juerga suenan fonéticamente similares con cerrado acento malaguita. Volviendo a hacer un emocionado paréntesis entre ambas, dejo dicho aquí que esas personas fallecidas que volvían a Ronda de la India, tras visitar lo que hizo en Anantapur ese ángel fieramente humano que fue Vicente Ferrer, como todas las que ayudan en causas como ésa, están entre los mejores de nuestra sociedad. Feliz Feria... Porque hoy es Sábado