Opinión

Cartas al director

'El germen de las guerras de religión', por Gerardo Hernández Zorroza

Las denostadas redes es cierto que pueden utilizarse para cuestiones deleznables, que requieren su propio control, pero también es cierto que sirven para cuestiones positivas, como compartir ideas e información fuera de los filtros impuestos a los medios, que sesgan información, a veces muy significativa, que nos enredan a todos, anclados en distintas creencias y posiciones ideológicas como estamos. Desde aquí, quiero expresar, muy claramente, además, que las religiones establecidas, dogmáticas -no confundir con la espiritualidad libre a la que dicen servir-, esas que suelen ir de la mano del poder político, nos han hurtado, con su falsa labor de intermediación con lo divino -visto lo divino como algo o alguien externo a nosotros, que nos controla y nos aplica el premio o el castigo-, nos han hurtado, digo, nuestra propia conciencia de seres divinos. Una conciencia personal que comprende, cuando no es manipulada desde un exterior interesado, que todos, de cualquier raza que seamos, somos iguales, de la misma condición, y que no necesitamos mendigar a un dios externo que nos conduzca al paraíso después de la muerte un paraíso hacia el que caminamos, cuando nos liberamos del dogma que nos divide, en este infierno.

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