Mala deriva está tomando el partido de Pablo Iglesias Turrión con procesos disciplinarios y otros mecanismos de control de la disidencia.

Habla la prensa de la propuesta interna de castigar de las filtraciones de asuntos internos en ese partido. La ropa sucia se lava en casa, parecen opinar en su dirección.

Es cierto que quien informó primero de la suspensión «urgente y secreta» de la presidenta de la comisión de garantías es un medio que no se ha distinguido últimamente por su objetividad en la cobertura de Podemos.

Con frecuencia ha publicado comentarios de analistas políticos que no dejan de traer a colación la penosa situación de la Venezuela de Nicolás Maduro cada vez que hablan de ese partido.

Pero ello no invalida en ningún caso la información. Parece que hay un exceso de soberbia en el principal dirigente de Podemos, a lo que se suma en ocasiones un exceso de cálculo político.

Con la reelección de Pedro Sánchez al frente de un PSOE que muchos querían ver finalmente libre de las ataduras de sus barones, pareció abrirse una nueva oportunidad para la unidad de la izquierda.

Vemos, sin embargo, mientras tanto que sigue habiendo demasiados recelos, demasiada desconfianza y rivalidad entre unos y otros.

Sobra inflexibilidad; falta empatía y capacidad para el compromiso en el conjunto de la política de este país. Y, sin embargo, tendríamos derecho a esperar otra cosa, al menos de la izquierda. Sobre todo cuando acucian tantos y tan difíciles problemas, empezando por el catalán.

Existe una sensación de inevitabilidad en ese contencioso. Los independentistas mantienen su órdago al Estado y parecen decididos a llevarse por delante lo que sea y a quien sea.

A su vez, el PP se mantiene erre que erre en su posición inicial, insistiendo en el cabal cumplimiento de la legalidad, mientras exige apoyo duradero y sin fisuras al PSOE en lo que suena a claro chantaje.

Nunca como en este momento es tan necesaria una posición común de la izquierda que combine inteligencia, empatía y generosidad. Todo lo cual parece faltarle al PP de Mariano Rajoy.