Sonoras frases para que retumben y reverberen en el interior de los cráneos. Pero la premisa de esas reverberaciones y retumbos es que los cráneos en cuestión estén vacíos. Pedro Sánchez declama «todas las naciones son España» y se queda absorto de su propio hallazgo. También podría haber dicho «todas las Españas son naciones», reuniendo así una evocación histórica y una propuesta equívoca, que al menos movería las aguas. Curioso, que haya tan pocas voces osadas entre quienes se reclaman hijos de la transición, un periodo que si pasó a la historia fue porque se hizo a golpe de osadía, creatividad y asunción de riesgo. Al arrojo insensato del independentismo no lo parará el inmovilismo, por más palabrería de la que se adorne, sino una política que tenga el valor de terciar, de meterse en la pelea para poner paz con propuestas en las que nadie se sienta derrotado. Ocasión perdida.