Una vez autodeclarado soberano, y libre de cualquier sumisión a la Constitución y leyes del Estado, cualquier cosa que acuerde el Parlament es legal bajo esa nueva legalidad suya, faltaría más. Soberanía y nueva legalidad, por cierto, ¡que han anticipado al propio referéndum sobre la independencia! ¿Qué nombre le damos al invento?, ¿sedición?, ¿motín?, ¿pronunciamiento? Quizás el más propio sería levantamiento institucional, hecho bajo amenaza de convertirlo en popular (sobre cuya fuerza hoy se toma el pulso). Los que no acaten esa nueva legalidad serán rebeldes, o sea, lo que hizo Franco cuando llevó a cabo el suyo. Ese es el envite, y, siendo tan chusca e incomestible la teoría legal, habrá qué ver cuántos se enfangan, y hasta dónde. Lo malo del asunto es que del fango ya sólo se librarían si el levantamiento es secundado en la calle, lo que les obliga a esa apuesta.¡Uf!