Supuse que las personas con quien tomaba café en Málaga se interesarían, por ejemplo, por lo que dijese el alcalde De la Torre sobre la presunta torre hotelera en el morro del puerto, pero tampoco mucho. El alcalde ha comparado a la baja el impacto que causaría el rascacielos con el de las grúas portuarias en la zona oeste de la ciudad, muelle 10, y quizá sea comparable. Las grúas afean más que embellecen, en cualquier caso, aunque sean una necesidad de un puerto que sigue siendo en parte industrial y aunque ese puerto esté incardinado en el mismo centro turístico de Málaga. Así que, desde un punto de vista de actividad de carga y descarga portuaria ojalá hubiese más grúas, pero desde el punto de vista de ciudad de sol y playa y de turismo de museos ojalá no hubiera ninguna grúa con semejante protagonismo. Respecto a si ese hotel proyectado con semejante impacto es realmente necesario y cuáles son sus riesgos y sus beneficios para la ciudad, toda, también habría algunos ojalás.

Pero todo esto viene a cuento porque sentado bajo el sol septembrino de la capital de la Costa del Sol (del de septiembre y del sol de todos los meses del año) nada parece preocupar mucho. Sí es verdad que se habló algo de las lágrimas de Bertín Osborne escuchando cantar Cai a la Niña Pastori en su programa de anteanoche. Alguien hizo hincapié en cómo rompió a llorar hasta tener que levantarse porque la canción le recordó una época feliz de su vida en Jerez con su exmujer, Sandra Domecq, con la que tuvo tres hijas (a pesar de estar ya separados, Osborne se implicó durante el tiempo que un agresivo cáncer la golpeó hasta que se la llevó de este mundo, y de este sol, en 2004).

Quizá esa impavidez que caracteriza al instalado Occidente de nuestro tiempo aún no puede con la emoción de lo personal, de lo que resulta cercano a lo que se ha vivido en carne propia. Con lo político sí puede. Al menos en gente sin carné de partido. Durante los pocos años que estuve en la facultad de Derecho, era mucha la politización (en el mejor de los sentidos, creo, con lo no tan mejor incluido). Ya el partidismo con minúsculas se ha impuesto a la política con mayúsculas, y el desapego de la política -y de algunos de sus políticos actuales- ha crecido en exceso. La ´nueva política´ no ha conseguido invertir esa situación.

Casi todas las personas que nos reuníamos alrededor de esas dos mesas de café también se declaraban hartas del ´tema catalán´. A quien recordó que la agencia Mody´s (también desacreditada, como todas, tras su actuación en el pasado crack en USA por las ´subprime´ y Leman Brothers en 2008 y la encadenada crisis económica en Europa) había advertido del daño a la economía española del proceso secesionista del govern de Cataluña, alguien le respondió que sí, que seguramente, pero que son «argumentos de la parte nacional contra la nacionalista, como se dan a la inversa, palabrería manipulada por todos». Y según la última encuesta seguimos votando más o menos igual.