En estas postreras jornadas septembrinas, en el preludio de la temporada baja para el sector turístico y para los inquietos viajeros, recuerdo el pensamiento de San Agustín de Hipona cuando reflexiona sobre el orbe: «El mundo es un libro, y quienes no viajan sólo leen una página». La Organización Mundial del Turismo (OMT) lleva celebrando desde 1980 cada 27 de septiembre ´El Día Mundial del Turismo´, otra fecha rememorativa más que, no obstante, en Málaga ofrece una doble lectura.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) así lo confirman, señalando como julio el mejor mes turístico en la capital de toda su historia -casi 134.00 turistas alojados-, convirtiéndola en el destino urbano de España que más creció con un 12,5% con respecto al mismo período del ejercicio pasado. No cabe duda, y son muy buenas revelaciones, Málaga está viviendo un esplendor inusitado gracias a la consolidación de su potencial turístico y renovados espacios culturales.

La cuestión subyacente que se plantea ante estos excelentes resultados es la de saber programar su afianzamiento en esta favorable coyuntura, sin lanzar al vuelo campanas quiméricas. Es decir, tener éxito hoy no impide que podamos fracasar mañana. El hecho de que el turismo en la ciudad haya alcanzado cimas insólitas puede ser extremadamente peligroso, más aún cuando en lugar de bien nos va desmesuradamente mejor; tener éxito sin control nos sirve de muy poco. Así que atención y sostenibilidad.

Cuando ganamos podemos caer en el error de dejar de lado nuestra parte más humana, natural y auténtica; cuando se pierde la humildad se corre grave peligro y desatendemos el contacto con la realidad, la cual nos puede demostrar cual equivocados estamos. Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino un nuevo medio de ver las cosas.