En esta absurda reedición de la Guerra Fría que vivimos se ha puesto de moda culpar siempre de todo a los rusos: por ejemplo, del avance de la extrema derecha populista.

Ocurrió ya con el triunfo del republicano por conveniencia Donald Trump frente a la candidata del establishment demócrata Hillary Clinton en Estados Unidos.

Se habló también de la interferencia rusa a favor de Marine Le Pen en las presidenciales francesas y ahora algunos medios atribuyen a ´robots rusófilos´ una supuesta ayuda a la xenófoba Alternativa para Alemania.

Cuando uno no alcanza el resultado que esperaba, en lugar de realizar la deseable autocrítica, resulta siempre tentador responsabilizar a otros de lo ocurrido.

En el libro que acaba de publicar sobre su campaña electoral del año pasado, Hillary Clinton culpa a todos, desde el sexismo de muchos electores hasta el ciberespionaje ruso, de su fracaso.

No parece que se le haya ocurrido reconocer la desconfianza que inspiraban en muchos conciudadanos sus estrechas relaciones con Wall Street ni su más que notable incapacidad para conectar con el electorado de la América profunda.

Al culpar a Rusia, no puede hablarse ya de rivalidades ideológicas como cuando existía la Unión Soviética, sino que se atribuye ahora a sus gobernantes la aviesa intención de dividir a Occidente y desacreditar los sistemas democráticos.

Con independencia del lugar desde donde actúen los dichosos ´trolls´, y hay pruebas de que lo hacen también desde Estados Unidos y otros países, lo que habría que preguntarse es cómo es posible que los ciudadanos sean tan vulnerables a ese tipo de mensajes.

¿No será que algo falla en nuestras democracias? ¿No será que aquéllos se sienten cada vez más huérfanos de unos partidos que parecen sólo perseguir sus propios intereses?

¿No será que se ha está creando con la connivencia de esos mismos partidos una Europa en la que se anima continuamente al consumo de todo lo inútil con el dinero que no se tiene?

¿Una Europa egoísta e insolidaria en la que cada cual parece ir sólo a lo suyo y donde crecen la desigualdad y el precariado sin que los partidos de siempre sean capaces de ofrecer nada que no sea más de lo mismo?

Es por supuesto mucho más fácil culpar a los rusos.