Les confieso que temía la llegada de este día. El día antes. Y por ocupar el espacio que ocupo en este malvado orden de opinar en La Opinión me debato entre el derecho a escribir de lo que me venga en gana, que para eso este es mi espacio y le dedico sus caracteres a lo que me parezca; y el deber que impulsa la labor periodística, de hablar de lo de mañana. Porque hoy es el sábado, el sábado antes del domingo, con d de disparate, pero no de democracia. ¡Y cómo hemos llegado! Con clima de creciente tensión, de esto ya no hay quien lo pare, de unos contra otros, de cánticos políticos en un partido de fútbol entre andaluces y castellano-leoneses. Y de tantas y tantas cosas de las que ha sido imposible huir en las últimas semanas, a pesar de estar a mil kilómetros de distancia del epicentro de toda esta movida, de todo el proceso. Ha sido imposible escapar, «porque la política está en todo», como dicen aquellos que sin haber puesto un pie allí, sienten como suyo un sentimiento que mañana muchos, miles, intentarán plasmar en un papel que llevar a un colegio, un centro de salud o un polideportivo, donde aún no se sabe muy bien si habrá urna o policía, o los dos. Y en medio de este contexto, con el debate interno de si obedecer o decidir, unilateralmente y sin votación previa, he decidido crear una realidad paralela en la que hablar de todo lo que se puede hacer mañana que no esté relacionado con Antonio Ferreras y sus maratones informativos, con los tuits de Piqué o con las aventuras del mayor Trapero, que esperemos que sean pocas. Porque, en esta nueva realidad, mañana debuta el Unicaja en la Liga ACB. En Murcia, que a lo mejor no tiene tanto glamour como el Palau Blaugrana, pero oye, que es el primer partido de la temporada. Hay fútbol, porque siempre hay fútbol, y Fórmula 1 con pinta de disputarse en terreno resbaladizo. No, en Montmeló, no, en Sepang. Mañana, además, hay que limpiar los baños, ¿o vamos a esperar a que venga nuestro hermanito mayor a arreglarnos la papeleta? Perdón, un lapsus. Mañana se puede ir uno a comer a El Palo, a tomar un digestivo a Pedregalejo, a captar rayos de un sol que aún se cree veraniego. A vivir, en definitiva, esta realidad hasta que el lunes sea 2 de octubre y todo haya pasado, o solo acabe de empezar. Mi plan, además de limpiar los baños, es ir a la Feria del Queso de Teba, no encender la tele en todo el día y coger el móvil sólo para mirar la hora. Es lo que he decidido, yo solo, sin consultar con nadie. A ver si lo cumplo.