Las endorfinas de victoria se desatan en cuanto el cuerpo se pone en modo combate. Así empiezan las guerras. Pero al cuerpo hay que domarlo, y además la situación es de empate técnico. Bastaría con que Rajoy y Puigdemont se cruzaran, por ejemplo, este correo: 1º) la Generalitat acata la suspensión de leyes decretada por el Constitucional; 2º) el Gobierno de España promoverá una reforma de la Constitución que permita acoger aspiraciones legítimas que el pueblo catalán manifieste; 3º) se disuelve el Parlament y se convocan elecciones, en el marco de las leyes vigentes. Luego a cumplir. Detalles, interpretaciones, matices, queden en manos de exégetas, escribanos, intelectuales de corte, y den trabajo a comisiones varias. Mossos, guardias civiles, policías, a lo suyo, o sea, a defendernos de la yihad; y sin soltarse de la mano. ¿Posible? Sí, pero difícil: ambos quieren ya aplastar al otro.