Me pregunto si el viaje hacia internet es comparable al avance hacia el viejo Oeste. También si la conquista de nuevos territorios digitales implica la pérdida de los analógicos. ¿Quién será el primero en escribir un relato fronterizo sobre la epopeya que implica atravesar los límites del átomo para alcanzar las orillas del bit? O del Bit, con mayúsculas. Me vienen la memoria las crónicas de indias, donde los descubridores de América nos contaban el significado de vivir con un pie en un mundo familiar y con el otro en Marte, porque América era más o menos Marte. No nos pongamos grandilocuente: pensemos en el descubrimiento de algo tan insignificante como la patata. Imaginemos a uno de aquellos hombres barbados sosteniendo entre sus manos una pieza de ese bulbo que convertiríamos en un quita-hambres. Lo más difícil de enfrentarse a un mundo nuevo es contarlo con un lenguaje viejo. Esa falta de correspondencia entre el discurso y la realidad alumbró relatos que aún hoy leemos con asombro.

Cuando el técnico de mantenimiento viene a casa para revisar mi ordenador, utiliza un lenguaje analógico para hacerse entender. Ayer me dijo que había encontrado cuatro ´bichos´ en mi máquina. Quería decir virus, otro término proveniente del viejo mundo. Le pedí que me explicara en términos informáticos lo que era un virus y no lo entendí, pero me gustó la nomenclatura. Sonaba a poema. Por un momento, sentí que me había trasladado al universo digital. Volví al analógico de golpe, cuando me pasó la factura. Un visionario me aseguró hace poco que las facturas tienen los días contados porque habrá una cámara de compensación mundial, que tendrá los datos de todos los habitantes del planeta, donde se efectuarán las transacciones de dinero al modo de las transferencias actuales entre banco y banco, en las que no se mueve pasta, solo datos.

El caso es que en esta nueva conquista del Oeste, los descubridores caen como moscas. Me cuentan que la juguetera Toys ´R´ está al borde de la quiebra porque no ha comprendido el significado de internet. Si esto le pasa a los grandes, ¿qué va a ser de usted o de mí?