El Homage to Catalonia de George Orwell (hasta 1933 su nombre fue Eric Arthur Blair) sigue siendo el gran clásico de la Guerra Civil Española. Es sin duda el libro sobre nuestra guerra más leído. Se publicó en Inglaterra en 1938 por Secker and Warburg. Un volumen de esa primera edición puede valer hoy una pequeña fortuna. Mi viejo ejemplar es una edición muy modesta de Penguin Books, los famosos Penguins con su tradicional color naranja. Publicado en 1962. Está en muy buen estado. Sus páginas van amarilleando y conservan sus aromas con la amabilidad de un buen vino. La portada lleva un dibujo al carboncillo de un gran artista, Paul Hogarth: representa las facciones de un hirsuto y algo amenazador miliciano anarquista con su pañuelo rojo anudado alrededor del cuello. En realidad, es un autorretrato de Hogarth. Incorporado como voluntario en las filas republicanas de nuestra Guerra Civil. Igual que George Orwell. Mi ejemplar del Homenaje a Cataluña, con su texto obviamente hostil al régimen que ganó la guerra, fue legalmente importado en 1962 en nuestro país. Así lo atestigua el sello de caucho del importador, la madrileña Editorial Alhambra S.A.

Es un libro importante y desilusionado. Lo he leído varias veces. Recuerdo sus descripciones -siempre lúcidas, siempre honestas- de la brutal persecución de los estalinistas catalanes a sus antiguos compañeros de armas, los anarquistas. A los que acusaban de ser espías al servicio del fascismo. Son inolvidables también las descripciones de las escenas y el paisaje humano de aquella Barcelona revolucionaria. Es importante también el relato de las vivencias de Orwell en el frente de Aragón. Sus compañeros de trinchera respetaban y sentían cierto afecto por aquel desgarbado y algo excéntrico voluntario inglés. Sobre todo apreciaban su experiencia militar como antiguo miembro de la policía colonial británica en Birmania. También les extrañaban sus rarezas. Como tomar, cuando podía, incontables tazas de té mientras leía o escribía. Al final, para no perder su libertad y sobre todo sus vidas, él y su mujer tuvieron que huir de Cataluña.

Traduzco estas primeras líneas del capítulo 13: «En Barcelona, durante las últimas semanas que pasé allí, había una peculiar sensación de maldad en el aire, una atmósfera de sospechas, miedo, incertidumbre y velado odio.»

Creo que me atreveré también a traducir la cita bíblica -es de los Proverbios, los versículos 5 y 6 del capítulo XXVI- con la que George Orwell decidió saludar a los lectores de su libro: «No contestéis al necio, para que no seáis como él. Contestad al necio según su locura, para que en su engreimiento no se sienta sabio.»